"Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo…Tomé el menos transitado, Y luego eso marcó la diferencia". -Robert Frost
Cuando comencé a escribir este blog lo hice, también, con la idea de narrar algunas de aquellas experiencias venidas de tomar un camino diferente: “el camino menos transitado” pues, hay situaciones, curiosidades que se dan en cada viaje venidas de la propia toma de decisiones o, sencillamente, de prestar atención a objetos o historias: leyendas, que se escuchan unas veces a lomos del viento, otras entre la madera que arde en las hogueras y que nos atrapan; nos desvían de nuestra ruta e incluso, en ocasiones nos confunden. Historias pero, que si uno luego se preocupa en indagar, contribuyen a un conocimiento añadido mayor en su conjunto, al que por sí mismo el viaje pudo habernos aportado.
"Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo…Tomé el menos transitado, Y luego eso marcó la diferencia".
-Robert Frost
En mi última visita a Marruecos hubo un lugar que me llamó notablemente la atención: Sidi Chamharouch. Un morabito que se encuentra a una altitud de 2350 metros, en el valle de Imill (Atlas) y al que se llega tras una larga subida de dos horas caminando por un sendero rocoso, imposible para vehículos a motor, y únicamente transitado por algunas personas y mulas. Sidi Chamharouch es el nombre que se da al sultán de los genios (Espíritus malignos) y, la leyenda cuenta que éste habita la cueva allí escavada en la roca, lo que explicaría por qué no hay ningún cuerpo en el mausoleo Se trata de uno de esos lugares que pasan prácticamente desapercibidos —camino del Toubkal— y al que nadie, o casi nadie presta suficiente atención: un lugar de paso, mágico pero a la vez ignorado y permitido solo a los musulmanes: una puerta que no se abrirá fácilmente."El viajero tiene que llamar, una tras otra, a todas las puertas extrañas para llegar a la suya; ha de vagar por todos los mundos de afuera, si quiere llegar al fin a su santuario interior". - Rabindranath Tagore
A poco que se pase un tiempo en el lugar rodeado de sus imponentes picos nevados, algo llama de inmediato la atención del viajero, cuando las cumbres de los Afella, Akioud, y Toubkal deslumbran desde las alturas con su manto de nieves blancas: me refiero, a la asombrosa similitud existente entre el paisaje del Atlas y algunas zonas del Tibet: algo, que no pasa desapercibido al nimio observador; como tampoco pasó inadvertido a Martin Scorsese, director de cine, igualmente impresionado por el parecido de esta parte del Atlas con Ladakh, en la frontera entre la India y el Tíbet.
Scorsese, a quien no se le conoce por ser alguien falto de recursos, y que allá por los 90´ andaba concibiendo la idea de una película sobre el Dalai Lama —con el Tíbet cerrado en aquel momento a los extranjeros por motivos políticos— dispuso de un hotel (kasba) en el valle, para llevar a fin el rodaje de su película de 1997 Kundun. Encaramado en un espectacular afloramiento montañoso, utilizó la localización, solo accesible a través de senderos tallados por mulas, como escenario principal de su película convirtiéndolo en un monasterio budista.
Pero que en la Roca de Sidi Chamharouch habite hoy un genio, no es precisamente casualidad, pues fue lugar fue de culto animista, posiblemente ya desde antes del periodo cristiano y Pre-Islámico (aunque comúnmente no se conoce, los bereberes fueron cristianos antes de la conquista árabe del Magreb y su conversión al Islam en el siglo VI). El animismo es aquella creencia de la que se entiende que objetos, lugares y criaturas poseen una esencia espiritual y están dotadas de vida, alma o consciencia propia. Si bien, cabrían múltiples variantes, como la creencia en seres espirituales, sobrenaturales personificados, dotados de razón, inteligencia y voluntad, que pueden habitan los objetos inanimados gobernando su existencia: lo que nos demuestra un claro ejemplo de esa metafísica mixta de las religiones. Curiosamente —y volviendo a las coincidencias del Atlas con la región del Tíbet— el budismo tibetano del Dalai Lama igualmente ha estado fuertemente influenciado por el animismo pre-budista Bon.
Lo cierto es, que si uno viaja lo suficiente pronto advierte asombrado, por encima de las diferencias, las semejanzas existentes entre las diferentes culturas y lugares de este planeta por lejanos que estos estén unos de otros, y cuán insignificantes son esas diferencias entre las grandes tradiciones de la sabiduría; de ahí que el Islam, el Cristianismo, el Animismo y, por el poder de Hollywood, el Budismo se mezclen tan libremente en el Alto Atlas. Y todo ello hace que me pregunte ¿cuántos nombres y formas habrá tenido antes Sidi Chamharouch? Lo que al tiempo me recuerda, aquel poema tan acertado a este respecto de Robert Graves Outlaws, en el que dice :"Porque aunque los credos se arremolinan en el polvo, la fe falla y los hombres olvidan, estos viejos dioses del miedo y la lujuria aún se aferran a la vida"
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