1.7 Por qué me hago preguntas

 

1.7 Por qué me hago preguntas— La juventud —decía Rousseau— es el momento de estudiar la sabiduría; la vejez, el de practicarla”. Recuerdo la primera vez que compre un libro de filosofía: Nietzsche, humano Demasiado humano, donde este revelaba, a su modo claro está, el padecimiento del hombre. Para mí, amante de la astronomía (A.A.B.) y la naturaleza (UES: Unió Excursionista Sabadell), entonces con poco más de 16 o 17 años de edad, y que no quería estudiar, fue como descubrir otra dimensión antes desconocida, tan intrigante como el propio cosmos que estaba descubriendo en la Asociación Astronómica de (Barbera del Valles). Desde entonces y a la par, libros de filosofía, astronomía y revistas de ciencia saturaron las estanterías de mi habitación, como ahora la memoria del ordenador. Leía, muchas veces sin entender y volvía a leer, luego a quienes me explicaban aquello que no entendía, envuelto en esa felicidad absurda que con el tiempo entendemos que da el conocimiento parcial e incompleto de las cosas, lanzando (con doble voltereta y tirabuzón, cayendo de plancha) a vivir mi aventura: conociendo aquello que surgía sin buscar, hallándolo de la naturaleza. De de ese modo (con su luces y sombras) ha transcurrido buena parte de mi vida, entre libros escogidos y salidas continúas al campo y las montañas, viajes: selvas, desiertos y volcanes, (accidentes, enfermedades, y caídas) sumados esto a una creciente afición tardía por las plantas y la jardinería.

Pero entiendo que mi caso no es el único —y no refiero mi afición tardía— pues son muchas las personas que en algún momento de sus vidas comienzan a advertir esa terrible seducción, hacia temas que van más allá de su quehacer cotidiano. Digamos, que son seducidos hacia cuestiones más profundas. Preguntas, que como a otros en el pasado y desde tiempo inmemorial han inquietado de manera fabulosa tanto a comunes como notables, pues todo ser humano, en algún momento de sus vidas siente de esa dolosa necesidad de saber, llevados o dirigiéndose entonces hacia eso que llámanos filosofía (“incluso sin ellos mismo saberlo: son filósofos —Calvo, 2003:) haciéndose preguntas e intentando comprender a los otros — y añado: sin comprenderse y saberse primero a sí mismos, o sin apenas experiencias puras en la vida  pero, igualmente  cuestionando y dando respuestas al origen del mismo cosmos. En palabras de José María Calvo, “el ser humano es filósofo por naturaleza, y si se le ofrece la oportunidad se hace preguntas a todas las edades” (Calvo, 2003: 36). Y, si se le deja, créanme (de mayorcito), este te dará todas la repuestas… de la tierra, el mundo, los planetas y la existencia, aunque no haya saldo de su pueblo en toda su vida (véase Kant). 

Ciertamente, desde muy pequeños, ya nos acercamos a las cosas para comprenderlas así se presenten estas a los sentidos (aunque no sé si exactamente, entonces, “de muy pequeños”, exactamente nos acercamos para comprenderlas: yo “de muy pequeño, y no tan pequeño” mataba hormigas y aplastaba ―para hacer dibujos con su sangre― las cabezas de las moscas que cazaba). Pero es un hecho, que comprender (aunque creer comprender seria lo correcto) la razón de las cosas, en tanto estas cosas son “y se nos representan y las entendemos por su ultimas causas” los que ha llevado a algunas personas (sobre todo a los filósofos), a sentirse recompensados por su búsqueda y de aquellos resultados hallados, de lo entendido de las palabras de otros, por ejemplo, y en mi caso, y de lo hasta aquí lo escrito: “que soy un mata moscas” con (ñ). Aunque tales resultados, no aludan de los seres y las cosas a causas primeras (esto es que en mi caso aprendemos de nuestras madres ya de peños a hacerlo) un saber, por tanto (a priori) y a medias;  y créanme que soy (a priori) generoso hablando de filosofía, siendo entonces dicho saber (ese que encontramos de toda nuestra historia moderna escrito) un saber (razonado – a priori) a partir de ideas, a partir de sus últimas causas o escritos desconociendo cuales son las primeras (que los lleva ahí, a hacer y ser de esa manera, y no de otra forma). Pero esto creo esto está muy claro, precisamente de lo no expuesto del texto (y desconocido) de mi madre, como primera causa probable de mis acciones contra moscas, hormigas y moscones. Como igualmente de claro se resuelve que de cierto, no sabemos (objetivamente) de la realidad (natural de las cosas y las personas de sus primeras causas: nada, más allá de lo que creemos saber ( a-priori) de ellas.

Pero (y volviendo al hambre de saber) este no tendrá razón (de ser) cuando ya parte (del deseo y no de la necesidad real del individuo) de conocer (esas primeras causas). Por tanto hablo de una necesidad tan real (como la verdad que busca) y que no nos deje descansar, cuando la advertimos de un destello de luz que nos descompone, y lleva “a rastras de los pelos” no a los libros y a sus respuestas, sino a Aquello que origina las preguntas: a la experiencia pura, propia y sensible por los sentidos, dirigidos hacia Aquello que nos rodea y afecta de/en la naturaleza, de la que somos parte afecta. De ahí, que algunas personas empecemos a problematizar todo lo que se da por sentado de los libros (y de cualquier cosa razonadasus certezas) cuestionándonos a partir de la falta o ausencia total de un saber “real” respecto de las cosas que son, y que sentimos: como una carencia de conocimiento de la que el ser humano hoy no se sabe objeto, pues “para apropiarse (del conocimiento de Aquello y saber(se) de algo) más allá de entenderlo (subjetivamente), hace falta sentir y sentirse hacia (Aquello proyectado y reflejado de él), tanto como (de (él hacia (yo)”. En este sentido (y proyectado de la luz) se origina el conocimiento primero de (uno), que (es) frente algo que reconocer (de la luz que se lo refleja), Aquello (ang. Sobre un plano) que (es) como parte igual, pero no (él) igualmente de su ser (más allá del yo, otro) (yo) proyectándonos igualmente por la luz que (es de su sombra de ellos y ser) hacia Onosotros de (AquelloEl 5º tipo y sombra O-forma curva, que podemos reconocer de un plano /definida como cuarta persona (y ruido o dislocación de la 3ªpersona (él). Ejemplo: La 4ª persona (obv Juan vio a María cuando (él) salía de la casa / En España (castellano) la distinción anterior solo es posible explícitamente cuando los referentes tienen distinto género; Juan vio a María cuando (ella) salía de casa /con dos palabras del mismo género la oración es intrínsecamente ambigua (Juan vio a Pedro cuando salía de casa). Luego esto no permite reconocer ahí (de un indicio algo /una cosa concreta, que no reconocemos, oculto de La 4ª persona (obv Juan vio a María cuando (él) salía de la casaPero… un momento. Leamos la frase y pensemos ¿Quién habla o quien (nos) parece a los españoles que habla? Pensemos entonces en (ella→ femenino,  lo que nos permite distinguir (aquí en España), sino igual VENANCIA LENGÜETA  ←lo mismo, de otra forma→ LA BLASA   en otro lugar ( ᐊᓂᔑᓈᐯᒧᐎᓐ Sioux Lakota, Ontario, Canada.) y de la misma manera (a uno, como él→ pero ella (como su madre tierra) hablándonos los chismes “interesantes” de otros). Y Cuando alguien venga a ti (hablándote de otro, que no sea él) con un chisme prepárate… O ―como dijo Sócrates ― lo mejor será 'tamizarlo' y analizar en cuánto (nos designa a las personas que hablan o escriben) interesan.

Hemos visto que quien habla de Juan (y refiere de él, (esel mismo que NOS habla). Entonces ( la tercera persona obviativa es una marca de persona, en la forma gramatical que distingue un→ referente (que nos refiere (algo→ una cosa, alguna persona (no concreta del texto) queesahí) ) más importante para el discurso, que uno→ quees Y, por tanto más importante (y próximo→ en conciencia) y que entendemos del texto. Al obviativo a veces se le denomina "cuarta persona". Luego El 5º Tipo no reconocido de la oración ―y semejante a la 4ª Persona (y descrito de él con ruido, de uno a ninguno y a todos) Juan vio a María (a otro) cuando (Aquello) salía de la casa (aquello a decir de él (de uno a otro - igual) y sin ruido Juan vio a María cuando (Aquellosemejante a él) salía no por la puerta― de (su) propia casa.

Luego mi rechazo firme hacia esa filosofía (pensamiento importado de fuera (a España) y del que nos avisan otros) centrada en algo que no vemos del texto al que escribe de otro, como si lo conociese y supiese de Aquello (inconcreto y no reconocido de su parte), referido del otro (como una sombra en el texto y que no vemos que no ven algunos, pero descrita, a la vez, del otro lado del  texto) es lo que hace que (desconfié) y me pregunte… ¿Están ciegos?, más allá de preguntar o de preguntarme sobre cualquier absurdez como ¿por qué algunos buscan la nada, mientras otros están nadando en ella, hablándonos de nada concreto?  Es que se ha vuelto ciego todo el mundo y ciega con ellos la razón; cuando alrededor nuestro el mundo está lleno de vida y luz, y hay de todo, en todas direcciones (inabarcable) que referir de lo concreto y real.

 

 

 

1.8 Mantenerse despiertos O Por qué deberíamos desconfiar—. Si escribo ahora una cita del nuevo o antiguo testamento, quizá dibujen una sonrisa; Sonrían y…  Permaneced, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no volváis otra vez a ser presos en el yugo de esclavitud “(G, V, 1). Sonreír no es malo. Dicen que los elefantes vuelan cuando no los miramos, pero lo realmente “malo”, además de poco inteligente, es darse la vuelta para no mirar, sabiendo que tienes un elefante (que no vuela) detrás. Criticar o reírse de las cosas sin conocerlas, de primera mano, es no saber y no saber es― que en Guatemala, descendiendo el ultimo del volcán, aunque no veas elefantes delante tuyo que puedan o no volarlo, mientras cierras los ojos (o te paras a mear), siempre habrá un jaguar que de cerca te pueda acechar— lo que conduce al individuo (inconsciente) a una lóbrega lucidez vivida en la ignorancia (de su estado y realidad), alejándole todavía más de la verdad de lo que no puede ver frente a (él). Por cierto, Heidegger cita la Biblia ‘y viéndose Jesús rodeado por numeroso pueblo, les significó que se trasladaran al otro lado del mar’ («Videns autem Jesus turbas multas circum se, iussit ire trans fretum» (Mat. VIII, 18). La traducción que hace Heidegger es el sentido "primero" del fragmento mostrar cómo (iuber) en latín, nunca es mandato, cuando observamos del verbo en griego lo que representa «ponerse, ponernos en camino» (Heidegger, 1964: 114). En Centroamérica hoy ponerse (estar en camino en El Salvador, es actuar) moverse→ para no sucumbir, por (aquello (que quedándose uno sin hacer nada (y parado) de la razón impuesta de otra voluntad que no reconocemos directamente cuando allí estuve 2019 (sino de indicios→ de un miedo irracional, que observábamos al hace vida en las colonias( barios) de san salvador , entre salvadoreños, otro como los demás, pero no igualsin ese mismo miedo (irracional) que paralizaba una sociedad, que no produce y solo importa (desde el dinero, pagando en dólares americanos, e incluso el agua para beber) de los EEUU (hasta los buses) y lo mas gasolina de las petroleras  Norte-americanas, como Texaco, allá donde vayas, igual, en todo lugar, y… luego de ver todo aquello, mire a Luis (mientras le explicaba que toma fotos para otros no tengan que imaginar: lo que por mi propios ojos veo es El Salvador) y me dijo… “Gilipollas”, esta fue la palabra que mas luego repitió, durante mi encantador viaje a El - Salvador. 

 

Para mí es natural estar en camino a, cualquiera que me conoce entiende, o lo puede comprobar de mis propias publicaciones (reportajes de la vida nativa de las personas casi algunas), e igualmente, es natural esa actitud d cuestionarlo recorriendo (hacia desde abajo a todos, pues solo tengo que echar un vistazo a la (TV), o remontarme atrás en el tiempo (la historia) sin ir muy lejos al (pasado), y nada me revela que en adelante las cosas puedan cambiar (en aquella dirección favorable a los intereses de las personas (del individuo), sobre todo cuando esa misma historia (historiografía-ciencia) me da la razón: siendo incluso más contundente todavía que mis palabras, en tanto a mostrar, como aquellas certezas que se creían inmutables por siglos finalmente eran suplidas por otras igualmente incompletas / sino del todo inciertas. Luego lo que tardaba siglos antes en cambiar (hoy) lo hace en unas décadas. En este sentido parto de lo que reconozco “certeza” que actualmente todo conocimiento de las cosas es incompleto y las interpretaciones o explicaciones posibles acerca de esas mismas cosas: qué son y a qué sirven (de su razón primera) es igualmente “nulo” más allá de aquel relativo conocimiento de estas (cosas), y concernientes a nuestra incapacidad de entenderlas, solo para ser utilizarlas subjetivamente (como medio e instrumento). Luego lo que entendemos de estas cosas es en relación directa a nuestro entendimiento y / o capacidad de entendimiento dado a instrumentalizarlas hacia unos fines (propios intereses)… / y más “no sabemos”/ al menos objetivamente de las cosas— y menos aún de las sombras que las acompañan y proyectan hacia nosotros, precisamente porque ignoramos en que principios (las cosas que son) se fundan — aunque Carlos Blanco —por poner solo un ejemplo— afirme que: el universo se explica a sí mismo, si bien, y ahora con mayor razón la cuestión seria entender ¿qué es lo que se explica de sí mismo?, y luego, igualmente explicarnos (no (él), sino el mimo Carlos Blanco ¿por qué el universo tiene la “necesidad de explicarse a sí mismo, y no le basta, por ejemplo, con observarse a sí mismo? (pues yo no tengo necesidad de explicarme  - por la mañana frente al espejo- antes de salir a caminar). Pero entendamos esto: “La idea que hemos desprendido de los hechos y confirmado por el razonamiento, es que nuestro cuerpo es un instrumento de acción, y solamente de acción. En ningún grado, en ningún sentido, bajo ningún aspecto sirve para preparar, todavía menos para explicar una representación. Lo que se explica en nuestras percepciones a través del cerebro son nuestras acciones comenzadas, o preparadas, o sugeridas, no nuestras percepciones mismas (Bergson). Por tanto, no entendemos casi nada (o nada en absoluto) de lo que pretendemos explicar de la realidad, ya no de las propias imágenes reflejadas de lo que vemos, como a partir de lo que “no” vemos: las representaciones que (de su entendimiento / razonamiento de las cosas) nos quieren luego imponer (otros, que alguna razón ―subjetiva e interesada― tendrán para hacerlo por medio de escuelas y universidades desde que somos niños), y razón de más (ahora si) para tener que desconfiar, pues…

Nuestra mente, y a la vista está —además de absurda, hoy por hoy, en la mayoría de ocasiones que se expresa a decir de cualquier cosa— es una mente todavía primitiva, más cercana a lo animal racional (animales), que a lo pretendidamente humano sapiens- inteligente y consciente del entorno) pues lo que se revela de nuestros actos (es) y de ellos vemos una especie apenas salida de las sombras, que camina todavía al abrigo de estas —por impulsos y actos— que no reconocemos propios y racionales (de un animal) absurdo, que luego lo explica (por la misma razón, que no reconoce de otra manera voluntad irracional (y deseo en otras formas)La noche está muy avanzada, es verdad, pero el día parece todavía lejos” en algunos:  siempre huyendo (de la verdad). Aunque, para algunos precisamente esos, seamos “la especie que alcanza la Cima de la complejidad evolutiva”. Una especie, por cierto, que en la Cima de la complejidad evolutiva no escucha, que no sabe escuchar a la naturaleza (y que cuando te dicen que ésta (la naturaleza, o el universo) se explica, lo que hacen es explicártela ellos) ―. Una especie, por tanto, eso sí, que explicándotelo (en leyes) manipula, esclaviza y destruye cuanto pisa, incluso a sus propios semejantes: a veces vecinos y hermanos. Y no hablo del pasado remoto, pues la historia ha registrado períodos de crueldad (España 1936/39) y eventos y momentos de extrema barbarie en Europa (1939/45), que pondrían en apuros a cualquiera que pretendiese rebatir el salvajismo inherente a nuestra especie, o intentar comprender ¿por qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente satisfactorio, desembocó en un nuevo género de barbarie humana? momento aquel, y principio inductor, o llamémosle por su nombre (catástrofe) como lo llamaría C. Zeeman) donde la humanidad conjuró  de nuevo a las parcas al destino en el que ahora nos encontramos, y la deriva hacia la que nos dirigimos: “pensando” (ideas) a priori, mas luego obviando (elegir→ acercarnos a Aquello (que de la experiencia ― donde nos podemos reflejar y reconocer (nosotros… los españoles dé un conocimiento (cierto) de aquello (destrucción) no a priori y subjetivamente determinado “sino de la propia experiencia nuestra” (por el sufrimiento de los nuestros, a causa de ideas , miedos, e incapacidades, cuando no intereses (de unos aquí) y sentida de la sangre derramada por todos nuestros abuelos) un dolor y sangre derramada que perdura, aún, a causa (de unos, y otros (como nosotros) entendiendo de ello, (no objetivamente que podríamos ser nosotros), sino que desgraciada y subjetivamente, éramos precisamente nosotros nuestras familias matándose entre ellas unos a otros, por los ideales, mentiras y falsedades, nacidas de las mentes (fuera de otros (ajenos de España, enajenado estas ideas, nuestra naturaleza y costumbres).  

La superioridad del hombre reside en el saber…/ En el saber se hallan reunidas muchas cosas que los reyes con todos sus tesoros no pueden comprar, sobre las que su autoridad no pesa, y de las que sus informantes no le pueden dar noticias, y hacia cuyo origen sus navegantes y descubridores no pueden enderezar rumbo… /…“La condena natural de los hombres es hoy inseparable del progreso social”— (Dialéctica del Iluminismo - Max Horkheimer & Theodor Adorno)

1.8.1 En el Siglo .XVIII La humanidad ingenuamente había depositado sus esperanzas en la ciencia (ilustración), donde hallaron una nueva promesa de redención para los males del mundo y las limitaciones del hombre. Pero el siglo pasado se encargó de poner final abrupto y macabro a tales esperanzas, siendo particularmente ejemplar a la hora de mostrar el catálogo de horrores de nuestra especie. Los cien años que cerraron el segundo milenio, gracias al avance en  ciencia y tectología: armas, desde  Genocidios y matanzas pasando por la IGM, la Rusia de Stalin, la IIGM  (las dos bombas atómicas lanzadas sobre personas en las ciudades de Hiroshima y Nagasaky, luego Austwich, las guerras sin fin, y los nuevos avances en armamento, han sido pródigos en alumbrar aquellas circunstancias —a quien todavía tuviera dudas—que exhiben aquellas singulares formas que describen el horizonte de maldad y ensañamiento de nuestra especie, llegando a instrumentalizar (racionalizar): habiendo normalizado procesos de arresto, custodia y exterminio sistemático de semejantes. Un siglo y una ciencia & técnica venida de la razón (iluminista), y que lejos de curar los males y limitaciones de la humanidad como prometía, solo ha servido (y sirve) para la instrumentalización y sometimiento de la naturaleza y las personas desde la revolución industrial, e incrementar exponencialmente la capacidad y riesgo de destrucción de la especie y del planeta que habitamos.

Luego es cierto que algunos hablarán de adelantos “médicos”, pero todos serán insuficientes, siquiera para compensar el daño mismo y enfermedades (radiación en el aire y en los alimentos /metales pesados y plásticos…/ que causa la nueva ciencia, o lo que ingenuamente algunos llaman adelantos, y que ha convertido continentes enteros en basureros, y algunas zonas de la tierra —que es un paraíso en medio de la hostilidad del cosmos—, en aéreas todavía más peligrosas para la vida que la misma luna o Marte (solo EE.UU. ha explotado más de 1.200 bombas atómicas en sus pruebas) y luego todavía los hay que esperan (en EEUU) el apocalipsis. Pero lo peor es que aunque nadie ve hoy la ciencia como una nueva religión —con su propio Apocalipsis de la mano—, esta sigue siendo aquel lugar donde muchos espíritus contemporáneos e ingenuos sepultan sus sentimientos hacia el conocimiento (entiéndase, un conocimiento de universalidad y tener certeza de todo, sin “saber” de cierto, de nada). Pues aquel viejo dogma de que la ciencia ha vaciado el cielo de Dios, o el grito de una filosofía sometida de “dios ha muerto” (y no hay nada), siguen todavía arraigados entre la gente, incluso cuando el positivismo/cientificismo no ha conseguido entronizar nada en su lugar. Solo cambiando que “el lugar en de hacer Dios el mundo en siete días: todo el universo se creó de una Explosión” (relativamente). Pero luego esto empeora, cuando la filosofía actual ejercida desde las universidades, no tiene nada que decir de las absurdeces que escuchamos todos los días,  teniendo poca o ninguna voz  y menos utilidad al haber dado la espalda por completo a la realidad y las personas: el filósofo que no investiga la realidad, lo da todo por explicado.  Por ello este no parte a recorrer lo que llama a ser observado, y en lugar de aproximarse a la cosa, se da la vuelta (dando la espalda: a la cosa y al ser de esta) volviéndose luego hacia aquellos libros de ciencia o filosofía por los que poder explicar —sin salir de clase, mediante aquella razón (subjetiva) y acomodada — lo que frente de sí y más allá de las ventanas de su casa acontece cada día,  habiendo asumido estos (profesores / filósofos de la nada) el rostro amargo del desengaño, de aquella juventud que habrá de ser cegada y sumida en la falacia de unos universos  de ideas ( absurdamente artificiales) que les sumergen a jaulas de cristal, donde es reprimido todo aquel anhelo de trascendencia, que habita los corazones de cada ser.

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