Heidegger
HEIDEGGER FRENTE AL PROBLEMA DE LA NADA
Si hay algo que no podemos criticar a Heidegger es su insistencia o énfasis en explicarnos y hacernos entender lo que nos quiso decir en su ensayo ¿qué es metafísica? En este sentido y años después de la publicación del ensayo original, Heidegger escribió un Epílogo a este donde se apuntaban las dificultades que impedían la comprensión para muchos lectores de su escrito, en el que abordaba el tema de la Nada y reconociendo así la dificultad que entrañaba aquello: la Nada (desvelarla y entenderlo) si bien, Heidegger, en su argumentación, distinguió entre aquellos que descontentos que procedían de lo enigmático descrito, y los que lo hacían de «la incapacidad o falta de voluntad de pensar» (apuntemos aquí —no estará de más— refiere pensar de otra manera) y que algunos dirán: pensar a su manera. De este modo respondía a cuantas acusaciones habían sido dirigidas a su ensayo, acusaciones que todavía perduran y no solo a ese escrito, pues recordemos que el interés surgido en Heidegger hacia el problema de la nada, vendría a insuflar a su filosofía de un halo extraño, como una especie de nihilismo. Sumado luego la deriva que toma su discurso hacia la angustia, concediendo un papel a los sentimientos fuera de lugar y en particular a esta: angustia (particular), lo que fue para muchos (críticos) sobrevolar la órbita de lo irracional; sin reparar aquellos mismos (críticos) en que la Nada, o precisamente pensar en la Nada, ya es de alguna manera disparatado y por supuesto irracional. De ahí que se precise de otra manera de pensar (digamos que irracional). Si bien, y sobre aquella dificultad manifiesta a la hora de entender su discurso, siempre se ha dicho (sobre cualquier discurso), que si precisa de demasiadas explicaciones no llegando a reducirse una definición sencilla, es posible que se esté en un error, cuando no sea incluso mentira.
Pero de aquellos censores luego ninguno reparó, explicando el “por qué” se desvía Heidegger de su objetivo principal: la Nada total y absoluta, que va a quedar al margen de nuevo y que posiblemente ya denotaba haciendo patente “el problema primero y contradictorio propio del asunto”(pensar la Nada absoluta) de manera racional, claro está, que es como luego sería expuesto o se pretendió exponer; incluso cabe el hecho mismo de saberse, el propio Heidegger, incapaz para abordar la forma, en tanto a superar las primeras entradas a su texto dándole continuidad, entiéndase: sin tener que contradecirse previo el mismo había expuesto "El preguntar por la Nada –qué y cómo sea la nada- trueca lo preguntado en su contrario. La pregunta despoja a sí misma de su propio objeto" — ¿Qué es Metafísica? - Martin Heidegger) lo que le llevaría luego a precipitarse (arrojarse) y ubicarla racionalmente luego donde podía o le encontró lugar, y según tantos, donde él solo la veía. Y que luego precisaría, además (para hacérnosla ver a todos) de un lenguaje propio e incómodo de interpretar, algo sobre lo que algún místico lejano en el tiempo tendría algo que decir, de un Heidegger, novato en nuevos menesteres y pensares, que pretendió o lo que no entendía o no estaba a su alcance, o al menos de la manera racional: “Tres formas asume el conocimiento…/… La segunda estriba en comprender tanto las emociones como ciertos estados de ánimo a través de los cuales el hombre percibe conscientemente algo sublime que todavía no sabe aprovechar”. (Mohidin Abenarabi, sufí, murciano y panteísta) (1)
0) Contradicciones, dificultades, hay muchas en el mundo. Y, sin embargo, tan solo alguna, o algunas, han llegado a ser problema para el hombre. Es preciso, por lo menos, que el hombre "descubra" esa contradicción. Los problemas no se fabrican, se descubren. ¿Cuándo y cómo? No al margen de los objetos, como si los "problemas" fueran nuevos objetos junto a los "objetos" del problema. En realidad, descubrir un problema no es otra cosa, sino descubrir un objeto como problemático o contradictorio
1) Tres formas asume el conocimiento. La primera es solo información y acopio de hechos con objeto de alcanzar mediante ellos los niveles hiperbóreos de la Inteligencia. La segunda estriba en comprender tanto las emociones como ciertos estados de ánimo a través de los cuales el hombre percibe conscientemente algo sublime que todavía no sabe aprovechar. La tercera se llama Conocimiento de la Realidad; es el último estadio. En él los mortales aciertan a separar lo verdadero de lo falso, a distinguir lo justo de lo injusto, y a traspasar con la mirada los límites del pensamiento y de los sentidos.(nunca quedan atrapados en ellos: en sus pensamientos, aciertan a separar lo verdadero de lo falso, a distinguir lo justo de lo injusto, y a traspasar con la mirada los límites) Científicos y estudiosos se encierran en la fase inicial del conocimiento: es la vida intelectual. Los aficionados a emociones y a la acumulación de experiencias se sirven de la segunda etapa: es la vida sentimental. Un tercer grupo de personas recurre contemporánea o alternativamente a los dos instrumentos citados. Solo el verdadero sufí alcanza el estadio superior”. (Un verdadero sufí jamás queda atrapado en el momento, si no que cada momento de su experiencia le lleva a otro donde la realidad se renueva)(MOHIDIN ABENARABI, sufí, murciano y panteísta.
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