EL NUEVO SER HUMANO / Y de ahí, luego como una supernova cabe estallar: en una apertura hacia la experiencia pura /Jordi Maqueda

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EL NUEVO SER HUMANO

La cuestión ahora sería ¿cuánto falta para el advenimiento de ese nuevo ser humano? Un ser humano más espiritual y creativo, que haya sustituido la conciencia moral por una conciencia más universal. «A menudo he planteado la hipótesis de que en el último término la física no precisará un enunciado matemático, que al final se revelará el mecanismo, y que las leyes resultaron ser sencillas, como el tablero de ajedrez con todas sus complejidades aparentes» Richard P. Feynman (1918-1988)

Pensemos ahora en aquel humano que mostrase una percepción distinta de la realidad. Que ve lo mismo que todos, pero no igual ni como todos o, incluso, que ve algo más. Alguien, que pudiese mirar al sol, sin dañarse los ojos desnudos, y que al mirar con sus ojos la luz de las estrellas, viese que estas se comporta de algún modo. De entrada, para esta persona sería difícil, explicarle a sus semejantes —suponiendo que lo hiciese: la percepción que él tiene de la luz y los colores, o como se comporta la luz cuando la observa, frente a la posibilidad teórica de hallarnos frente a una hermandad, secreta (Glenn Zorpette), Un nuevo paradigma, pues la genética dicta posibilidades, incluso en tanto a los llamados: tricromáticos, que intrigan a los científicos desde que se abordó el tema en 1948, cuando se plantearon su posibilidad, y que hoy buscan sistemáticamente, para determinar de una vez por todas si existen y ven más colores que el resto de nosotros: esa parece ser su razón última a desvelar (absurdo).

Los científicos se basan en una serie de hallazgos recientes sobre la biología de la visión del color. Sabemos que hay quienes ven más colores, pero desconocemos si ven más allá de los colores: por ejemplo algunos tipos de radiación. Sabemos que pasa cuando miran la naturaleza, pero no lo que pasa cuando miran a las estrellas o el sol. Sabemos, que son como nosotros, pero no sabemos si piensan y sienten como nosotros: su sensibilidad y naturaleza íntima, pues una mutación implica "siempre mucho más de lo que se aprecia a simple vista”, esto en el caso de una mutación. Pero las mutaciones, entendemos que nos son buenas. Así, no debemos hablar de una mutación, si es o se trata de algo bueno o positivo. Si se tratase de algo bueno, arrastraría sus consecuencias buenas y positivas, y no de una mutación, sino las de una recepción-en el genoma / y no de una mutación-en el genoma: siempre estas mutaciones aleatorias, y sin un sentido o dirección, y catastróficas para vida.

Por tanto hablaríamos de una recepción (sin más notas) y propiciada a algún fin por (instrucciones – código), y nunca aleatorio. De este modo, El sistema nervioso, el circuito neuronal, debería adaptarse, tomarían su tiempo a unas nuevas capacidades, y en generar igualmente nuevas conexiones, luego discriminar e interpretar y registrar correctamente las impresiones para disfrutar/ probar de una experiencia visual y sensorial diferente, seguramente más rica, completa y compleja que la común de todos nosotros. Sin embargo, y al tratarse de representaciones de una realidad subjetiva: algo, que solo percibe (en principio entiendo) quien lo ve —científicamente indemostrable—,a primera vista no parecería tener ninguna utilidad mas allá (en tanto a  más colores) si no eres un pintor, y tienes más clientes como tú que aprecien el detalle, en lo que aparentemente el resto de personas no encontrarán ninguna diferencia o utilidad. Posiblemente de hablar con alguien al respecto este le aconsejaría ir al médico, y su médico lo enviará al oftalmólogo, que al explorar y comprobar, de haberlas, las sutiles o importantes alteraciones en los ojos (de ser perceptibles), determinaría que todo podría tratarse como un trastorno, no sería la primera vez: término con el que las personas nombran algo, cuando no lo entienden útil a las necesidades del individuo, en la sociedad: una sociedad por cierto, chata, enferma y miope. Frente a aquel diagnóstico tan ingenuo, posiblemente esta persona no hablaría del total de las percepciones, y todo quedará en saber que ve muchos colores para los demás (científicos: como así ocurre), además luego de cargar con el estigma de una alteración o mutación genética, con las consecuencias sociales que ese nombre implica.

Pero es que un académico, sentado en su sillón de cuero, de aquellos que además consideran buenas la mutaciones, teniendo la teoría de la evolución como correcta, paradójicamente, no vería un ojo más evolucionado que el suyo, así lo encontrase en una caja de regalo y con una nota explícita en siete idiomas, luces de colores…y un audio repetido en bucle que afirmara: "este ojo es diferente y mejor que el tuyo”. Para una existencia útil de la ciencia es necesario, cabezas que no acepten que la naturaleza debe seguir ciertas condiciones preconcebidas.” R. Feynman. Lamentablemente, y esto es un hecho, la ciencia, los laboratorios y los científicos que trabajan en ellos, no buscan ni trabajan en observar mejoras físicas en las personas (algún  tipo de evolución) que perfeccionen la condición natural de estas, ni por lo tanto promoviendo formas de vivir que animen a cambios profundos en la naturaleza de las mismas personas. Si no, que como consecuencia de un capitalismo asfixiante, el amor al dinero, el reconocimiento social, y la presión de farmacéuticas, así como el control que ejerce en el medio social, trabajan en mejoras físicas, sino en mejoras tecnológicas que mejoren artificialmente la condición física y la vida de las personas. La ciencia, aportándonos tanto y siendo indispensable para nuestra vida y nuestro pensamiento, nos es, en cierto sentido, más extraña que la filosofía. Cumple un fin más objetivo, es decir, más fuera de nosotros: es en el fondo, cosa de economía. Un nuevo descubrimiento científico, de los que llamamos teóricos, es como un descubrimiento mecánico; el de la máquina de vapor, el teléfono, el fonógrafo, el aeroplano, una cosa que sirve para algo. Así, el teléfono puede servirnos para comunicarnos a distancia con la mujer amada. Pero ¿para qué nos sirve? Toma uno el tranvía eléctrico para ir a oír una ópera, y se pregunta: «¿Cuál es en este caso más útil, el tranvía o la ópera?» M. de Unamuno.

La ciencia nos puede aliviar, ayudándonos y transportarnos de un lugar u otro de la ciudad, o la tierra, incluso nos puede ayudar viajar a la luna (viajar), pero la ciencia no nos llevará a ninguna parte como especie, y eso es seguro. Pues una especie que no mira al sol y a las estrellas directamente, aquello que le da vida o anhela con sus ojos desnudos, es decir, que mira a través (detrás) de objetos o instrumentos escondiéndose, como quien encubre y barrunta una oculta voluntad, huyendo de ser mirado a los ojos por aquello mismo que él mira, es una especie enferma y cobarde, que jamás alcanzará nada por sí misma. No, si no se da una revolución —evolución— mental y física, en esa dirección, por encima de cualquier avance tecnológico. Nadie va a ir a ningún sitio fuera de este planeta, al contrario, creo que en poco tiempo muchos estaremos (perdón) estarán  dentro de esa otra realidad, cierto: esa realidad, donde mórbidos, y en el sillón de casa, navegamos con gafas absurdas hacia la privación sensorial voluntaria y un paradigma, en el que habrá personas en la tierra que en poco tiempo no reconocerán la realidad frente a sus propios ojos: ni los colores o las formas reales de este mundo.

Las personas vemos cómo se mueven las hojas de un árbol, las olas; sentimos el viento, la lluvia, el calor del fuego, la electricidad del rayo: nuestros sentidos, todos, están adaptados a reconocer la realidad dentro de las particularidades físicas que se dan en la tierra, donde hemos evolucionado a la par que ella y el medio ambiente en el que nos desenvolvemos. Sin embargo, ahora, cuando nos aislamos cada vez más de la propia tierra, y casi no la soportamos, pretendemos salir a otro medio: el espacio, más ajeno y violento. Pero pretendemos viajar a las estrellas, cuando si miramos en la profundidad de la noche, solo vemos oscuridad y nada más. Es cierto que los aparatos tecnológicos detectan otras cosas, pero se trata de que si el cuerpo físico, los sentidos no detectan nada es porque ese medio nos es del todo ajeno y hostil: no reconociendo en este nada, mucho menos el peligro: como el tipo que penetra la selva por primera vez, y no percibe la víbora entre las hojas. Queremos ir al espacio cuando observamos que no toleramos ni 15 grados más de radiación, expuestos a ella en la tierra, y lo cierto es que cada vez toleramos menos, pues nos escondemos del sol, nos asusta, y en el espacio: todo es radiación. (El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), elaborado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), estima que en España se han producido algo más de 4.700 muertes relacionadas con el exceso de temperatura entre finales de abril y finales de agosto.(1 sept 2022).

Luego el sol lleva tiempo avisando de cambios, no sabemos si drásticos. ¿Cambio climático? — nos dicen; o cambio de ciclo solar. El Sol atraviesa períodos de gran actividad regularmente, que pueden provocar que vierta al espacio una cantidad de energía superior a la habitual. Actualmente, se encuentra atravesando el ciclo solar 25, una etapa de alta actividad que, según los astrónomos (cuidado), alcanzará su pico máximo a mediados de 2025. Cada una de estas etapas dura habitualmente entre 9 y 13 años, y suelen dar paso a fases caracterizadas por una actividad notablemente menor. Pero lo cierto, es que este ciclo puede encontrarse dentro de un ciclo mayor: de calentamiento e igualmente, de radiación que llega a la tierra; como atestigua (primero) que desde hace 80 años, la temperatura y la radiación que llega a la tierra es significativamente mayor, como advertimos los alpinistas, en los refugios donde vemos fotos del principio y mediados de siglo pasado, o anterior observando el retroceso dramático e imparable de los glaciares, y (segundo) Según este informe que leo del 10 jun 2020, los casos anuales de melanoma, el cáncer de piel con peor pronóstico, aumentaron casi un 50 por ciento en la última década, situándose en 287.723 diagnósticos al año en el mundo. No solo nos aterroriza el sol: ya no soportamos ni las condiciones de nuestro planeta, de las que nos tenemos que aislar bajo una sombra o un ungüento cuando se tensan un poco las condiciones, pero queremos viajar a las estrellas. Pero la  realidad, la única realidad, es que la gente hoy no mira al cielo con sus ojos, desde hace siglos no lo hace, ni siquiera los científicos: los astrónomos —ellos menos aún— ebrios de tecnología y pájaros en la cabeza. Siendo, el espacio, un entorno extraño y hostil  a ojos desnudos del hombre de hoy, no entendiendo o reconociendo nada de lo que hay en él, si no lo ve del otro lado de una lente: nuestros sentidos, cada generación están más atrofiados, no perciben la radiación, la luz o el tejido mismo del espacio... "La tecnología nos salvará" dicen. La tecnología nos atrofiará y destruirá y para cuando un humano alcance siguiera a pretender salir del sistema solar, los humanos ya no aguantarán ni 10 minutos en la playa; y que dios ayude a quien pretenda salir. A veces pienso no es mas todo que mentira. Así es.

Pero Max, ya descubrió el desfase existente, entre lo que los hombres piensan, y lo que luego hacen: esa matriz social del autoengaño. M Foucault, escribió: el primer libro de Max (el capital); el nacimiento de la tragedia (Nietzsche); y la interpretación de los sueños (Freud) nos obligaban a interpretarnos a nosotros mismos. Pero la cuestión es... interpretarnos, ¿cómo? Cuando luego resulta entonces aquella paradoja: "donde todo es interpretación ya no hay nada que interpretar" — (Paniker). Si bien, y como apunta el filósofo: esta Nada (surgida) es justamente lo que ahora más nos importa, y nos debe importar, pues esta Nada nos permite dar un paso más en el arriesgado proceso de la lucidez (encerrados en la consciencia de nuestros límites: nuestros límites estallan). Alcanzamos una consciencia pos-crítica. Y de ahí, luego como una supernova cabe estallar: en una apertura hacia la experiencia pura.

Seamos coherentes: la humanidad no va camino de alcanzar las estrellas; no va camino del tránsito hacia un ser humano-espacial: esta humanidad, no va a ningún sitio, a ninguna parte, si no nos movemos. Nuestras mentes, cuerpos y sentidos evolucionan ahora dentro de medio artificial, de ahí la necesidad de tanta tecnología y el autoengaño consentido y promovido de que esta tecnología servirá a la conquista de las estrellas, y eliminación de nuestros males, cuando de facto, sirve para tenernos atados en los sillones, propiciando aquellos males, que ella luego soluciona; pues nos encontramos dentro de un sistema artificial y complejo de producción y consumo ( instrumentalizado), una maquinaria social —que manipula hasta lo inimaginable estímulos irracionales de nuestra mente— de la que somos parte importante y esencial de su engranaje productivo. Nadie, irá a ningún lugar, créanme, al menos, a ningún lugar donde no llegue el wifi, Netflix, aire acondicionado y haya un Mc. Donald o un Burriquin no demasiado lejos. Luego, la ingenuidad que muestra algunos astrónomos al mirar a través de un telescopio o hablar de la conquista del espacio, es solo es comparable a la mía cuando de niño, creía en los reyes magos. Y, lo más curioso: mientras tanto, los físicos callan, y lo hacen para no hacer llorar a los niños, del mismo modo como un padre no diría a sus hijos que Papá Noel no existe; o, que todo lo que ven y creen cambiará, así como su entendimiento, con tan solo un leve cambio en la percepción de la realidad, que les está siendo amputada. Cuando esto suceda: si no está sucediendo ya.


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