(3) HOMBRE Y PROBLEMA / Jordi Maqueda

Jordi Maqueda  / Aislarse en el caos


Jordi Maqueda / Jorge Maqueda Merchán
Aceuchal, Badajoz



 HOMBRE Y PROBLEMA

¿Cuál es el problema? En el momento en que nos preguntamos “cuál es el problema”, no hacemos otra cosa que reconocer la existencia de este en la propia pregunta. Pero la pregunta, no solo prueba la existencia del problema, sino que igualmente no reconoce aquel. Si preguntamos a cualquier persona anónima cuál es el problema, con toda seguridad remitirán los propios: problemas que —todos podemos comprobarlo— nunca terminan sean unos u otros y, que por naturaleza de la propia especie, irremediablemente, se proyectan como una pesadilla metafísica hacia todos los ámbitos de la existencia humana: política, educación, convivencia… Problema, que de forma paradójica, aún con todos avances en tecnología, salud y bienestar social no parecen solucionarse: el problema es antiguo como el hombre; y casi podríamos afirmar, no que el hombre tenga un problema, sino que el mismo sea el problema; sumado esto, a que cada época deviene ya concretada por un campo de problematicidad, que es indisociable del campo de la racionalidad, existiendo un permanente desfase entre lo que el hombre es —como se entiende a sí mismo— y, lo que luego se exige, y le exige la complejidad real de cada época (necesidad y contingencia).

En relación a otras épocas, y generalizando, lo que cambia es el grado de lucidez de las personas. Recordando las palabras de Ignacio Martínez Mendizábal (Paleontólogo, Doctor en Biología y autor de numerosos artículos en las más prestigiosas revistas científicas del mundo) este vino a decir algo así: lo que la naturaleza ha hecho con nosotros a lo largo de miles de años, ha sido construir un ser dotado de alma paleolítica (mas instintiva), que de pronto se ha visto inmerso en el mundo del neolítico —el mundo de los organigramas (la moral, las leyes, etc...)— donde te enfrentas a lo que no existe. En definitiva, lo que nos dice Ignacio, es que somos un alma paleolítica que vive, cuando no sobrevive, en el nuevo mundo neolítico: y que, abandonando su sistema anterior, hoy sólo sabe comunicarse a través de símbolos formalizados (pero) insuficientes, necesitando más códigos y canales (quizá aquellos de antaño). Y lo que es más grave: no advirtiendo la inmensa riqueza informacional (latente) existente en el medio ambiente, en las contradicciones, y en el ruido, en los antagonismos y que se buscan... ignorando el privilegio que supondría esta nueva comunicación formalizada, llevada de otra forma: digamos a la manera antigua; siendo incapaz de encontrar una música de fondo, de acompasar la vida de otro modo: más paleolítico y menos crítico y añejo. Y, sin embargo, en medio de todo este desconcierto, cuando aún no ha salido por completo de las sombras ya quiere dominar la materia (sin entender la luz) con un escaso conocimiento y sentido de la propia realidad, pero pretendiendo acceder a otra, que no solo no percibimos, sino ignorando las consecuencias finales, de pretender de entrar a ésta a martillazos (CERN) , Bombas AT, etc.

Para un indígena "primitivo" que viviese en la selva —entiéndase con una tecnología poco desarrollada, pues no nos diferenciamos en nada evolutivamente hablando, más que nuestra tecnología, de aquellos que vivían hace 15000 años en las cuevas— adaptados por miles de años, igual que otras especies que habitan en la espesura de sus bosques, no existiría "el problema". Solo, y en todo caso: existirían preocupaciones. Preocupaciones, para que no falte la comida criar a los niños, el agua, alguna enfermedades puntuales etc. En su mundo, no existe eso que llamamos problema… él no se plantea por que sale un plátano del árbol, o porque hay un árbol: solo coge el plátano y lo come, no encuentra una cuestión discutible que hay que resolver en ello, ni busca una explicación (recordemos que así hemos evolucionando durante millones de años, y llegado donde ahora estamos: observando. El problema para ese hombre, ni siquiera estaría en ese momento en que alejándose de su aldea y alcanzando los límites de la selva, advierte otra realidad más allá de esta. Tampoco sería eso problema, cuando con sus limitados medios, sin pertenecer ni conocer esa otra realidad, saliendo de los límites de la selva se aproxima hasta la frontera entre esas dos realidades. Quizá se pregunte por qué está ahí esa realidad, o a su manera, o qué sentido tiene; y, hasta es posible que después de años de observación, encuentre una explicación o razonamiento adaptado a su cultura y conocimientos, en tanto a la existencia de esa otra realidad (algo incluso que contar a sus vecinos o gravar en un árbol, o una roca). Pues que exista otra realidad paralela no es problema, cuando esta se reconoce de forma natural interactuando incluso a veces con la tuya… el problema es otro.


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