El Abandono


El abandono es una herida terrible y profunda, de aquellas que más lastiman y perduran y que, sin embargo, no se ve: aunque, uno de deje jamás de sentirla. Es una raíz arrancada, por donde antes se nutrían emociones; un lazo roto, del que antes pendía nuestra seguridad; una línea cortada, por la que nos comunicábamos con la familia y el mundo; un barco a la deriva, cargado de ausencias y fotos de retratos borrosas. Con el abandono desaparece toda naturalidad, emociones y confianza, floreciendo el desinterés y la apatía. La percepción de este vacío es algo que toda persona, dado el caso, percibe sin importar la edad, y que la devastará. Lo malo es, que para entender aquello que supone ser abandonado, «uno tiene que ser abandonado». Y, es algo que nadie debería sufrir, porque con cada ausencia vamos perdiendo una parte de nosotros mismos, desligando del mundo y de la realidad a quien lo padece, y ninguna persona merece tal sufrimiento. 

En todas las cosas cada cual queda, en último extremo, reducido a sí mismo”— Goethe. 


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