Estamos Guerra y estamos en cuarentena (eso nos dicen desde el gobierno), y ayer se aprobaron quince días más de confinamiento duro, para toda la ciudadanía, excluida aquella parte que labora en sectores determinantes y esenciales para el mantenimiento de nuestra sociedad "en pausa". Y, sin embargo, frente a la necesidad de que la ciudadanía, no imprescindible permanezca en sus casas, se ha dado una situación de lo más incomprensible y denunciable, cuando se anunció días atrás por parte del ejecutivo, la intención
es no prorrogar más allá de la Semana Santa, la figura
del "permiso retribuido recuperable" en todas aquellas empresas
que no operan en las consideradas: actividades esenciales, con lo que los trabajadores de, por ejemplo: la construcción (entre otros sectores no esenciales) tendrán que volver a sus trabajos el lunes 13 (recordemos que tendrán también que devolver esas horas de permiso algún día). Inaudito, y si duda una muy mala decisión (en contra de la opinión general de médicos - más asombrados que yo- , pero que, por supuesto, no saldrán en televisión pública a denunciarlo, pero a los que sigo en su chats, grupos de Wastsaps y otros canales privados). Una decisión ésta, que contradice claramente el mandato primero de permanecer en nuestras casas "todos", y donde claramente prevalecen intereses comerciales sobre la vida de las
personas: trabajadores y sus familias; y, de nuevo: exigiendo un sacrificio innecesario al pueblo, por esos mismos que dicen defender sus derechos.
Con el virus todavía haciendo estragos, pero sobre todo: cuando una vida vale más que cualquier beneficio empresarial,
el gobierno "de los trabajadores, de la izquierda" ni se planteó prorrogar el decreto, evitando así la vuelta al trabajo de sectores no
determinantes o esenciales (como lo son la construcción y la industria) en este periodo de cuarentena en el que estamos todos, todos confinados. Es insólito, que tan siquiera se plantease la cuestión de la prórroga ayer en el congreso, cuando la población no
está aún protegida: en su mayoría sin mascarillas, gafas o guantes siquiera en las
farmacias, y sin saber si uno u otro, cualquier ciudadano que pueda estar a tu lado,
trabajando o en el bus, está contagiado y pueda infectar a otro; pero sobre todo, por el propio desconocimiento existente acerca del virus (como denuesta que un día se diga una cosa, y a los cuatro días se afirme otra). La presión, en este caso de la patronal, como no puede ser de otra manera, sin duda está detrás
de ésta mala y precipitada decisión; que ni tan sólo fue reconsiderada, tal y como algunos grupos ayer sugirieron a lo largo de la mañana: “que el periodo de confinamiento debe
respetarse por todos, sin excepción, y más ahora cuando parece que, aunque
sensiblemente, las estadísticas empiezan a ser más favorables”. Pero la posibilidad, "la amenaza" de la patronal con despedir a estos trabajadores y esa mala estadística, luego engrosando las ya existentes, en un país donde la construcción tiene un peso tan relevante, puede... hará que un gobierno que no asume su verdadera responsabilidad (de salvar vidas) deje a Los trabajadores a los pies de los caballos del despotismo privado.
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