Nuestro destino en manos de élites políticas incompetentes

Episodio de la defensa de Zaragoza (Federico J. Nicanor)  La obra representa el momento en que los habitantes de Zaragoza, tras ser intimados por los soldados franceses a que depusieran las armas, y hallándose entre la iglesia de San Juan de los Panetes y la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar, enarbolaron una bandera negra con el lema «El Pilar no se rinde».

Me gustaría hablar de mis paisanos (de todos ellos, y que bien podrían ser los de todo el mundo) y, aunque sea por una sola vez: sin pensar en regiones y olvidando cualquier disputa. Desde hace muchísimo tiempo, siglos, el pueblo sólo recibe golpes y reveses (ya casi parece acostumbrado a ello) y no se lo merece. Pero algo ha pasado: siempre pasa algo: en esta ocasión algo inesperado y terrible, venido en forma de Pandemia. Las nuevas generaciones de este siglo: también, y como no, los que pertenecemos a generaciones pasadas, hemos despertado a un nueva realidad que enfrenta un futuro incierto; si bien, "quiero pensar que todo se arreglará pronto y, aunque, no sabemos todavía cómo, estoy seguro: podremos con ello". Aunque, espero que con resultado final distinto a cuando, recordemos: el pueblo español, entonces oprimido en una España ocupada por los ejércitos de Napoleón, tomo la valiente decisión de revelarse y luchar contra el enemigo hasta vencerlo: pagando “ese pueblo llanocon la propia vida en una guerra dirigida, más allá que contra el invasor, también contra el colaboracionismo y las élites corruptas. Sin embargo -y a nuestro pesar-, en aquella ocasión "todo lo que el pueblo ganó entonces en el campo de batalla, en las murallas de sus ciudades y en las calles con su sangre, lo habría de perder poco después" al entregar de nuevo, el poder a una administración elitista que destrozó y dilapidó todo". Hoy, o mañana, o dentro de un mes o un año: cuando todo esto pase, el pueblo, que ahora lucha en las calles, en sus trabajos, en hospitales y en sus casas y contra este enemigo invisible y, de nuevo contra la ineptitud, la torpeza y desacierto de quienes mandan y ordenan, tendrá que decir su ultima palabra: deberá exigir que se le escuche. No puede  pasar como ya ocurrió en el pasado, en tantas otras ocasiones: "que luche, se sacrifique y muera y, luego, todo siga igual o peor". saludos!!

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