Equivocarse no es de sabios.

Alexander Pope, retrato de Thomas Hudson; en la National Portrait Gallery de Londres.


     Equivocarse es de sabios dicen y, si buscamos en Google encontramos la cita casi en cualquier sitio, incluso, justificándose o justificando que errar es útil; pero, no es así. Es cierto, que la propia frase obra en su propio fin: determinándose, significando el fundamento de un sentido dado, pero que no lo es a un escenario existente, sino postulado, y del que sin necesidad de extrapolar claramente se entiende:

Los sabios, siempre, se equivocan” y por ello, son aún más sabios. 

    De hecho, de la frase literalmente entendida ―y no acierto otra manera de entenderla― parece deducirse que equivocarse es propio de ellos. Sin embargo, los sabios como tales: sabios, no lo serían si se equivocasen: pasando a ser sencillos personajes, tan vulgares como todos nosotros; pues "Errar” es humano, muy humano por cierto, considerándose al punto intrínseco a nuestra propia naturaleza el equivocarse, por lo que hay que aceptar los errores, y aprender de ellos. Pero, aunque los sabios sean, ciertamente, muy humanos “errar no es de sabios” si bien, pueden también equivocarse. Por suerte, existe una frase muy aclaradora de un célebre poeta británico, llamado Alexander Pope que nos lo aclara, diciendo: “Errar es humano, perdonar es divino y “rectificar es de sabios”.

      Y precisamente hablando A. Pope y de los errores, hay una anécdota que merece contarse y que viene al tema. Allá por el año 2004, se estrenaba la película “Eternal Sunshine of the Spotless Mind” o “El eterno resplandor de una mente sin recuerdos”; un drama romántico de ciencia ficción estadounidense: un clásico, en esta ocasión protagonizado por Kate Winslet y Jim Carrey, quienes interpretaban a una pareja que parece ser la  ideal, pero, finalmente terminan dándose cuenta que no todo es como parece. La película fue dirigida por Michel Gondry y escrita por Charlie Kaufman y, precisamente el titulo está basado en el verso del poema Eloisa to Abelard, creado por Alexander Pope:

“How happy is the blameless vestal’s lot!

The world forgetting, by the world forgot.

Eternal sunshine of the spotless mind!

Each pray’r accepted, and each wish resign’d”.

 

     Y aquí viene lo curioso. El personaje de Clementina, que por cierto tiene el pelo naranja en la película, fue pensado por Michael Gondry –su director– para que lo interpretase Björk, la cantante con quien por cierto, ya había trabajado antes. Pero ella, aludiendo que tenía miedo de caer en una depresión lo rechazó, pues afirmó que ya le había sucedido con otra película que había interpretado anteriormente: “Bailar en la Oscuridad” aunque, supongo que la razón de la renuncia por parte de Björk se debió, quizá,  a que en esta película y al contrario en la anterior no la dejaron cantar :) Sea como fuere, la cinta fue un exitazo que cautivó a miles de personas, tanto fue así que ganó el premio Oscar al Mejor Guion Original (me hubiese gustado ver la cara de Björk) . Lo que quiero decir con todo esto es: que si bien equivocarse es humano, a veces hacerlo te convierte por encima de humano o “demasiado Humano”... en un “humano tonto” que fue como debió sentirse Björk; pues, si bien rectificar es de sabios, parece que esa opción no siempre está presente, por ello y con esto finalizo:  lo sabio, es no equivocarse.  


Alexander Pope (nació el 21 de mayo de 1688 en Londres , Inglaterra; fallecido el 30 de mayo de 1744 en Twickenham, cerca de Londres), poeta y satírico del período augusto inglés, más conocido por sus poemas An Essay on Criticism (1711), The Rape of the Lock (1712-1714), The Dunciad (1728) y An Essay on Man (1733-1734). Es uno de los autores ingleses más epigramáticos.

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