LA "OTRA" PANDEMIA SILENCIOSA


Los datos: El 2 de septiembre de 2019, la Organización Mundial de la Salud volvió a reparar ―lo hace desde 2013― en una de las cuestiones más acuciantes de los últimos tiempos, la del suicidio, e hizo pública algunas cifras que deberían darnos que pensar, pues son cifras inaceptables: Cerca de 800 000 personas se suicidan cada año; Por cada suicidio, hay muchas más tentativas de suicidio cada año. Entre la población en general, un intento de suicidio no consumado es el factor individual de riesgo más importante; El suicidio es la tercera causa de muerte para los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años; El 79% de todos los suicidios se produce en países de ingresos bajos y medianos; La ingestión de plaguicidas, el ahorcamiento y las armas de fuego son algunos de los métodos más comunes de suicidio en todo el mundo. 3600 de estas muertes son en España debidas a esta causa, que quizá ya deberíamos empezar a llamar la otra pandemia o, Pandemia silenciosa.

Pero hablar de suicidio no está bien visto, es pronunciar la palabra prohibida, tabú, que se silencia en nuestra la sociedad, invitando incluso a los medios a no hablar de ello, con la mísera justificación de no provocar un “efecto Werther”; pero, que más parece confinado del debate público, con el único fin de no asumir la parte de responsabilidad que nuestra sociedad y su estructura, pueden tener. Y es que ese número de 800.000 personas, no refleja ni de lejos, la verdadera dimensión del problema; sencillamente, porque  esos países que sí ofrecen datos al respecto, no puede suministrar una cuenta fidedigna de todos aquellos intentos fracasados velados tras cada ejecución efectiva, pero que se estiman en más de 20. Luego, tampoco se puede saber cuántas muertes certificadas como defunciones naturales, son realmente suicidios, en muchos casos silenciados por la propia familia o allegados, debido a aquellos prejuicios sociales o religiosos que rodean la destrucción de la propia vida. Además ―y seguimos sumando―, habría que añadir todas aquellas muertes, aparentemente por razones físicas externas a la voluntad de la persona como: accidentes e infartos cardíacos o cerebrales, y que son, efectivamente, resultado de lentos pero enraizados procesos de autodestrucción, como ciertas drogodependencias, conectadas ineluctablemente con ese deseo de alejarse, más allá de una realidad social que abruma y sobrepasa. 

Mención especial tendríamos que hacer a la condena existente (directa o indirectamente) al respecto del suicidio en muchos regímenes políticos vigentes en algunos países. Donde suicidarse puede entenderse, como un acto simplificador del descontento de la población con el propio régimen. Atención, en este caso, deberíamos prestar especialmente a china, donde los datos bailan, como no puede ser de otra manera, y encontramos oscilaciones que van desde los 350.000 a los 138.622; pero, la OMS no admitirá aquí manipulación de datos alguna, por motivos que son más que evidentes, de financiación. No obstante, y ante semejante situación crítica, la propia OMS incluyó dentro de su Primer Plan de Salud Mental un documento de “Prevención del suicidio”. Por su parte, los expertos, igualmente, piden acabar con él Tabú, para que deje de ser la primera causa de muerte no natural, en el convencimiento de que una gran parte de esta clase de defunciones son evitables, pues están ligadas a episodios psicóticos, depresiones severas, trastornos bipolares, esquizofrenias o al uso y abuso de drogas o alcohol, pero para que esto funcione hay que tratarlos como se trata cualquier otro problema de salud pública, y no como algo inscrito en el ámbito privado. 

Por último, y más allá del propio suicida, se trata igualmente de un drama para quienes lo viven de cerca: un sufrimiento añadido al inmenso dolor que ya de por sí supone la pérdida de un ser querido, complementado, por un sentimiento de culpabilidad que no desaparecerá nunca. Pues la familia, amigos o cónyuge, no supieron en su momento interpretar los pasos y pautas que antes de afrontar su final deja el suicida; si bien, en la mayoría de los casos éstos son indetectables para el entorno. Valga mencionar, que según algunos especialistas, las redes sociales y los juegos por internet son algunos de los causantes directos entre los jóvenes, y no tan jóvenes de estas trágicas pérdidas, cuestión ésta con la que yo discrepo. 

En lo personal, tratar este tema no es agradable a priori, pero si no lo hiciese, aunque fuese escribiendo algo breve al respecto, caería en el mismo error que otros: pasando de largo o muy por encima, sin profundizar, sin entender; pero, sobre todo, sería capitular, aceptar lo inaceptable: datos y conclusiones vacías; sin preguntarme, por aquello más trascendente del tema: el propio suicida, sus razones ¿que le llevó a quitarse la vida? Esa es la verdadera cuestión, y no otra. 

Me he apresurado a agarrar algunas ideas escritas hace años, desempolvarlas y revisarlas, además de leer sobre el tema de nuevo. No está terminado (me pregunto a veces, si realmente hay algo terminado en el blog); en todo caso, la idea es, más que terminar aquella nota primera, a un prologo que excedía entonces de largo mis capacidades: decir ahora verdaderamente algo.

Observaciones sobre el Suicidio;

2 comentarios:

  1. En mi país no publican las cifras de suicidio para no generar alarma pública. Somos un país pequeño, con muy pocos habitantes, población envejecida según los censos, triste realidad!!

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  2. menos aún entonces. por contra de lo que escandaliza: que es que los jóvenes se quiten la vida. en los mayores es mas natural, no por eso mas aceptado, en todo casos tergiversan los datos con muertes naturales. el suicidio esta muy presente , lo queramos o no, háblennos de ello o no

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