Sea formal o informalmente “entender” o, mejor dicho “conocer”: “el conocimiento” es siempre contemplación; contemplación de algo a través de un principio, de modo que los datos de un problema sean siempre referidos a aquel, que los explica. Y en el caso que pretendo, existe la necesidad de justificar el nombre de desde ese principio”
Leibniz nació el 1 de julio de 1646, habló de la teoría de Mónadas y Armonía preestablecida. Una mónada es una substancia inmaterial, la parte dinámica del universo está compuesta de monadas y se puede representar gráficamente de la manera que se deseé, es probable que cada persona lo perciba de maneras distintas. El concepto de armonía preestablecida se relaciona con las mónadas, ya que para Leibniz la realidad es una interacción de las substancias (Monadas) creadas por un Dios. Para Leibniz este es el mejor de los mundos posibles porque el conjunto de mónadas cumple ciertas condiciones que permiten un mundo posible y armonioso dentro de las otras posibilidades, esta fue la que funcionó (Composibilidad)
monadas:
Mónada (del griego μονάς monas, "unidad" de μόνος monos, "uno", "solo", "único"),2 la fuente, o el Uno, de acuerdo con los pitagóricos, fue un término para Dios o el primer ser o la unidad originaria, o para la totalidad de todos los seres, con el significado de «sin división».
Para los pitagóricos, la generación de la serie de los números se relaciona con objetos de la geometría, así como con la cosmogonía.3 ( Sandywell, pág. 205. La generación de la serie numérica es para los pitagóricos, en otras palabras, tanto la generación de los objetos de la geometría como también la de la cosmogonía.Dado que las cosas son iguales a números, la primera unidad, al generar la serie numérica, genera también el universo físico. (KR: 256) Desde esta perspectiva, "la mónada" o "Uno" se identificó fácilmente con el origen divino de la realidad) Según Diógenes Laercio, de la mónada se evoluciona a la díada, de ella a los números, de los números a los puntos, luego las líneas, las entidades de dos dimensiones, las entidades de tres dimensiones, los cuerpos y, culminando, los cuatro elementos, tierra, agua, fuego y aire, a partir de los cuales se construye el resto de nuestro mundo. (Diogenes Laertius, Lives of Eminent Philosophers)., Esta cosmogonía pitagórica es en cierto sentido similar a un breve pasaje que se encuentra en el taoísta Laozi: "Del Dao viene uno, del uno viene dos, del dos viene tres, y del tres vienen las diez mil cosas". Dao engendra uno, uno engendra dos, dos engendra tres, tres engendra todas las cosas.道生一、一生二、二生三、三生萬物
Para Leibniz, un filósofo alemán, las mónadas son substancias inmateriales por las que el universo está compuesto en términos del mundo dinámico, estas son acciones tales como: percibir, pensar o moverse. (wiki)
Según Hipólito de Roma, este punto de vista fue inspirado por los pitagóricos, que llamaron a la primera cosa en existir, la mónada, que engendró a la díada, que engendró a los números, que engendró el punto, generando líneas o finitud, etc.6 Arquitas y Proclo distinguieron la mónada del uno absoluto. Platón en Filebo, V 15 b, definió las mónadas como ideas para evidenciar su esencialidad y su lejanía de la realidad empírica. Los filósofos pitagóricos y platónicos como Plotino y Porfirio condenaron el gnosticismo por su tratamiento de la Mónada o el Uno.
Teodicea
Cuando Leibniz (1646-1716) escribió su libro “Teodicea”, éste trataba de justificar ―de una manera que hoy entendemos como propia de su tiempo―, que el mundo en el que vivimos todos es, el mejor de todos los mundos posibles, concretamente afirmando: es el mejor mundo que Dios podía, o puede haber creado para nosotros. En cosmología, existe un principio “el principio antrópico” que al margen de Dios, viene a justificar ―aunque con otras palabras― lo mismo, a saber: “el principio antrópico, establece que cualquier teoría legítima sobre el universo ha de ser consistente con la existencia del ser humano”. Dicho de otro modo: "Si en el Universo se deben verificar ciertas condiciones para nuestra existencia, dichas condiciones se verifican ya que nosotros existimos". De lo que se desprende, cosmológicamente, aquello que promulgaba Leibniz, o incluso más, entendiendo: “que vivimos no solo en el mejor de todos los mundos posibles, sino que es el mejor porque vivimos nosotros en él”.
Ahora debería hablar de cándido…
Cándido, o el optimismo (título
original en francés: Candide, ou l'Optimisme) es un cuento filosófico del
siglo XVIII, publicado por el filósofo ilustrado Voltaire en 1759. Voltaire por
su parte, nunca admitió abiertamente ser el autor de la controvertida obra, la
cual está firmada con seudónimo «Monsieur le docteur Ralph» (literalmente,
«el señor doctor Ralph»).Desde un punto de vista irónico, la obra sigue las
andanzas del protagonista, llamado Cándido, en su primer encuentro con el modelo del
optimismo leibniziano de que «todo sucede para bien en este, el mejor de los
mundos posibles»; y en una serie de aventuras y andanzas subsecuentes se refuta
de forma calamitosa el famoso precepto de a pesar del obstinamiento con el que
el personaje se aferra a éste. La novela ciertamente satiriza la filosofía de
Leibniz, y es un muestrario de los horrores del mundo del siglo XVIII. En
Cándido, Leibniz está representado por el filósofo Pangloss, tutor del
protagonista. A pesar de observar y experimentar una serie de infortunios,
Pangloss afirma repetidamente que «tout est au mieux» («todo sucede para
bien») y que vive en «le meilleur des mondes possibles» («el mejor de
los mundos posibles»).
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