No hay razón para acercarse al abismo, nos dicen, y cierto es que muchos se hunden de bruces, al acercarse, en él; aún así, he caminado su borde, en la medida que lo reconocía o podía entender. Tome conciencia de este hace mucho tiempo; aunque, siendo honesto, he de decir que ya lo advertía de lejos: siempre había estado ahí, como una frontera que espera ser traspasada, esperando. Pero luego la senda que yo transitaba no terminaba en él: nunca lo hace.... pero, como saber ¿donde comienza y termina realmente el abismo para no caer? Unos se preguntaran ¿empieza cuando observamos una inclinación en el suelo? — pero no por estar más arriba y verse mas iluminado, es menos abismo: eso ahora lo sé. El abismo inicia cuando eres de él, no cuando eres consciente de él. Así, durante algún tiempo, y en la medida que mi entendimiento podía tolerar (estaba) acercándome, miraba e intentaba comprender lo que este representa. Busqué ver con mis propios ojos un fondo, metiendo la cabeza, con la esperanza de hallar algo, pero jamás encontré un fondo más allá de las mismas simas humeantes y sombrías de las que parecían abrirse inextricables oquedades y antros, cavernas sin número que delineaban fronteras entre mente y mundo. Un vacío que con el tiempo, a medida que lo contemplas te abraza y revela aquello más absoluto, invitándote hacia lugares entregados a la embriaguez de lo múltiple y posible... mientras, adviertes la pérdida paulatina de todo horizonte: pasado ese punto, mirar o no, ya es sólo otro modo de permanecer en él. Bien es cierto, que con ello he probado algo más que mi valor. Aunque, no pretendo que mis semejantes lo entiendan, al fin y al cabo: "No hay fondo, donde hay nada que buscar", así he sentido ese vacío; aunque, cualquiera puede comprobarlo por el mismo, que mi admiración tendrá, pues, quien sin estar obligado, intenta alcanzar cierto conocimiento prueba, sin duda, ser audaz hasta la temeridad y, suponiendo que la razón del individuo no perezca de su intento, de regreso éste se encontrará tan lejos del entendimiento, que difícilmente, podrán sus semejantes comprenderlo. De ahí que pocos estén dispuestos a mirar, donde en todo, al mirar, solo se ve uno mismo.
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