¡¡Lean Ciencia Ficción!!
-La
vida, consiste en lo que un hombre piensa todo el día-. Me
dijo en una ocasión mi padre, parafraseando, como en tantas otras
ocasiones a Emerson; sorprendiéndome, mientras me encontraba recostado en el sofá -con la radio baja para
no molestarle- y, leyendo ensimismado "el Centinela, de Arthur C.
Clark". Su voz era grave, estaba un tanto malhumorado, supongo, que al
comprobar que en lugar de estar estudiando me encontraba en otro mundo ( al que él ya no podía llegar). Y Que lejos de madurar, parecía, seguir
pensando como un crío, leyendo libros de fantasía –como él los llamaba–, dejándome transportar por la imaginación. Pero, curiosamente el libro no era
mío, era suyo: lo había cogido de lo alto de una estantería, de su colección . -Nunca maduraras, ni te convertirías en un
adulto, si no dejas de un lado todas esas novelas , y lees algo
de más provecho- me dijo, momentos antes de sentarse a mi lado. (todavía hoy mi madre, de 88 años me pregunta si gano algo con lo que escribo, no es la única: por supuesto le contesto que no). La cuestión, es que yo no entendía el
por qué de aquel sermón a destiempo. La edad supongo, demasiado joven para darme
cuenta de muchas cosas/ que hoy percibo. Pero, no era menos cierto que, hacía tiempo que observaba
a mi padre demasiado serio, más de lo normal: descontento, y como atormentado por ocultos pensamientos.
–Escúchame con atención– me dijo entonces, echando su brazo por encima de mi hombro, momentos antes de comenzar, lo que temía fuese un interminable sermón. –"Soñar, es muy distinto a fantasear-comenzó diciendo. Las fantasías son propias de niños y de personas inmaduras. Personas sin capacidad para crear en sus mentes algo tangible, constructivo, a partir de un pensamiento o ideas. Personas fácilmente impresionables, que a menudo se distraen y entretienen con cualquier cosa; hombres y mujeres sin ninguna meta clara en esta vida, que casi siempre andan dilapidando el tiempo. Ese maravilloso tiempo que se nos presta, tan escaso y limitado en la tierra–. Mi padre Entonces, cogió el libro que yo tenía entre las manos y después de cerrarlo y dejarlo sobre la mesa, prosiguió su charla diciéndome que pronto dejaría de ser un crío y debía dejar de comportarme como un niño; pues me estaba haciendo mayor, y me convertiría en un hombre hecho y derecho, y estos no andan con pájaros en la cabeza. También me dijo, que nada de malo había en soñar: en querer ser algo en esta vida, siempre que lo hiciese con los pies sobre el suelo, pues un buen soñador, era aquel hombre que hacía de su sueño un objetivo en la vida. Un hombre, que por medio del trabajo y del esfuerzo convertía una simple idea, en realidad; y para hacer realidad los sueños había que estudiar mucho, luchar y batallar más que nadie. Me puso entonces la mano en la cabeza, y en un tono alicaído, me advirtió, que muy pocos eran quienes, con no poco esfuerzo lograban alcanzar tan difícil propósito –más numerosos son los vencidos, humillados por sus propias fantasías– añadió. Yo lo miré entonces a los ojos y pude ver claramente que sabía muy bien de lo que estaba hablando. Por desgracia ese tipo de derrota, muchos la conocen. Me hablaba de su derrota, de su retirada, entonces yo no entendía, pero en el 95, esta se manifestaría lo que de el mismo me estaba advirtiendo. sin embargo, mentiría, si no dijese, que yo desde hacía tiempo ya mantenía un objetivo, un objetivo fijo que concretaría con la edad. Pero, mentiría igualmente también si no les dijese que a finales del 2005 le tendría que dar la razón a mi padre ya muerto y enterrado, Siendo yo uno más de tantos millones que fracasarían en sus sueños.
Pero hoy sigo
leyendo a Clack, y a Asimov y a muchos otros, ¿por qué no? Qué de malo hay en
ello: en dejarse arrastrar por la imaginación, y verse convertido en un aventurero de vez en cuando, aunque sea con la imaginación. En sentirse viajando por lejanas y peligrosas tierras: visitando sangrantes y fracturadas laderas, febriles y humeantes chimeneas
cercanas al cráter estruendoso de algún enorme volcán; volcanes a los que
podemos acercarnos viendo derramar sus calderas e incandescentes ríos de lava
sobre el efervescente e irritado mar; observado el avance de tormentas de
roca piroclástica, torrentes de detritos que pasan a nuestro lado sin que
seamos víctimas de su abrasador abrazo;
sintiéndonos al margen de los riesgos y
peligros, que supondría intentar hacer todo ello en la realidad- ¿Quién no ha
imaginado, aunque sea por unos breves momentos, viajar a Selvas y
Desiertos o pasear por lugares paradisíacos bajo el sol; un sol reflejado en playas de arena
blanca y fresca, formadas por estratos de coral
y exentas de los molestos y sedientos mosquitos, que atormentan
las noches templadas de los que pretenden descansar? ¿Y, qué me dicen de los
más atrevidos?. Aquellos amantes de la
ciencia-ficción, transportados, cuanto menos imaginándome: como uno de
aquellos primeros astronautas descritos por Arthur C. Clark (1);
caminando sobre la superficie de una luna distante y misteriosa. Una luna gris
y desconocida, de llanuras sinuosas y polvorientas; salpicada de cráteres
profundos y oscuros, semejantes a
enormes bocas abiertas. Esperando encontrar en esta el rastro oculto y
olvidado por alguna remota civilización; una civilización desaparecida en la
inquietante inmensidad del tiempo y el espacio. Si, hoy sigo leyendo ciencia ficción, y
si ello no parece propio de una persona de mi edad, no me importa. Menos aún lo
que los demás puedan pensar. Pero, sobre todo, sólo pido una cosa: Que me
dejen en paz, que me dejen visitar mis mundos: aquellos a los que tan solo
yo puedo llegar. Publicado en Editorial Alkubia, junio 2006 con el título “esperanzas”
"En 2006, en el momento de escribir el Texto, yo no había vuelto a subir una montaña desde 1993, sobre todo debido el accidente que me dejo la pierna izquierda destrozada, en 1990 y al dolor que me suponía, cada vez la pierna mas débil, y desconocía que en 2007 me diagnosticarían hepatitis c, por la transfusión de urgencia en la operación de aquel accidente en 1990, y que en ese mismo año me detectarían un cáncer operado dos veces entre 2007 y 2012 , con el que aún sigo batallando en 2020, en 2010 me darían 5 años de vida, haciendo aún si cabe más dura la existencia, y más lejanos e imposibles los sueños". Lo demás, ya es historia.
© Copyright 2009 – 2020 Jorge Maqueda Merchán - All Rights Reserved
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento - NoComercial - SinObraDerivada 3.0 España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario