Journey's End (Saul Dibb, 2017) Película bélica- Crítica.



Journey's End (Saul Dibb, 2017) Película admirable ―empecemos por ahí―, conmovedora y completamente afectiva a lo que se le requiere, que nos cuenta una historia simple con una honestidad y reserva admirable, haciendo honor a la línea y diálogos de la obra original que se presentó originalmente en 1928 ―cuando todo estaba muy aún muy presente en la memoria―, escrita como obra dramática original para el teatro por el dramaturgo inglés RC Sherriff. Pero antes de seguir hagamos un poco de historia. Fue en 1930 cuando se filmo la primera versión cinematográfica, Journey's End: película británico-estadounidense dirigida por James Whale, basada en la obra homónima del mismo nombre de RC Sherriff. La película, como la obra anterior fue un enorme éxito crítico y comercial que lanzó las carreras cinematográficas de Whale y varios de sus protagonistas al estrellato. Curiosamente, al año siguiente hubo una versión cinematográfica alemana The Other Side dirigida por Heinz Paul protagonizada por Conrad Veidt como Stanhope y Wolfgang Liebeneiner como Raleigh. La película, sin embargo, fue prohibida unas semanas después de que los nazis tomaran el poder en 1933. En 1976, la obra fue adaptada nuevamente como Aces High con el escenario cambiado al British Royal Flying Corps. Finalmente la obra fue adaptada para el cine nuevamente con título y escenarios originales en 2017. Por lo tanto, no se le escapa a nadie que hablamos de una película que ha sido revivida y rehecha por generaciones sucesivamente, lo que plantea la pregunta de: si el mundo necesitaba otra adaptación de este viejo film de guerra. Sin embargo, Saul Dibb nos ofrece una respuesta enfática a esa pregunta, con una producción robusta y vigorosa haciendo un trabajo fantástico al transmitir los horrores de las trincheras de una manera admirablemente sobria pero, por encima de todo, respetando el recuerdo de cientos de miles de jóvenes enviados a la muerte hace ya más de cien años: honrando aquellos los temas perdurables de la película, y demostrando así que ésta ha resistido la prueba del tiempo.

Argumento: Es marzo de 1918 y la guerra en Europa se ha desatado durante cuatro largos años sin un final a la vista. Mientras, miles de jóvenes británicos, algunos apenas adolescentes, son enviados a Francia para luchar contra los alemanes. Vemos, al comenzar la película, que el joven oficial Raleigh (Asa Butterfield) se dirige con orgullo hacia el frente, sin ser cociente de los horrores que lo esperan, y con la esperanza de reunirse con un viejo amigo de la escuela: un joven Capitán del ejército llamado Stanhope (Sam Claflin). Raleigh, es sobrino del comandante del batallón y consigue el favor de su tío para que éste lo envié a unirse a Stanhope y sus hombres que ya están en el frente, y se preparan para un inminente ofensiva alemana. Al llegar a su destino, ya en las habitaciones sucias y miserables bajo las trincheras, el joven se encuentra con el amable teniente Osborne (Paul Bettany), un antiguo maestro de escuela que los hombres han apodado tío. El resto de la historia se desarrolla mientras los soldados se preparan para la batalla en un refugio de infantería, contando las horas hasta el fatídico día en que los dos ejércitos finalmente se encuentran. Cabe destacar de entre todos, el papel de Toby Jones que hace de sufrido cocinero de infantería (Mason), complaciendo los caprichos de sus superiores de clase alta; Mason, hace todo lo posible a su alcance para complacer y apaciguar a todos, siempre con unos recursos muy limitados y, a menudo, olvidándose de los ingredientes y partes principales de la comida que prepara para los oficiales. Como parte del dialogo de éste, referir aquel cuando, al ser preguntado sobre qué clase de chuleta es la chuleta, pues hay chuletas y chuletas... él responde: es chuleta; o, los jocosos comentarios sobre el rico sabor a amarillo, que tiene la sopa amarilla. Lo cierto es, que el director logra inyectar comentarios sutiles, pero esenciales, sobre todo a la hora de comer, en la mesa: sobre la idea de sufrir, pero no sufrir más de lo necesario; además, de darnos a entender sobre un sistema de clase, en el que los hombres de la clase trabajadora, son gobernados por gemelos inexpertos de clase alta como el llorón Hibbert (Tom Sturridge). Tanto Bettany como Osborne admirables, trayendo algo de ternura y calidez, muy necesarias, a un mundo donde toda humanidad ha desaparecido y solo queda un recuerdo lejano de los seres queridos.

Una gran parte de la película transcurre en el interior bajo las trincheras, ahí es donde el director de fotografía Laurie Rose (High-Rise , Kill List, Free Fire ) logra ―con una iluminación de velas muy lúgubre pero definida―, transmitirnos de forma brillante lo que debió ser, el sentirse agobiado y atrapado en espacios tan reducidos, en medio de tierra extranjera bajo el fuego de las bombas y proyectiles a kilómetros de distancia de sus familias. La banda sonora, hermosamente triste de Natalie Holt, y un guión sólido de Simon Reade, cumplen perfectamente con el trabajo de transmitirnos aquello que se propone, sin sentir la necesidad hoy tan extendida, de una narración más recargada de efectos y ruido siendo el justo y necesario, siempre en el momento preciso. En definitiva una pieza cinematográfica genuinamente conmovedora que afecta a al fondo de las personas; que nos cuenta una historia simple, con honestidad, y una reserva digna de elogio.


© Copyright 2009 – 2020 Jorge Maqueda Merchán

No hay comentarios:

Publicar un comentario