Sobre la Religión y la Fe (III) : El Blindaje de la Contra la Gnosis

No nos dejemos engañar por las apariencias. Había mucho más que quemar, que ideas paganas en la biblioteca de Alejandría. Hacia finales del siglo II y principios del III de nuestra era, la religión cristiana ya se podía considerar como una religión totalmente emancipada, que se expandía como una fulgurante  llama de esperanza; asentándose, dentro de las capas más desfavorecidas de la masa social. Incontables comenzaban a ser aquellos que llevados por las revolucionarias ideas de un paraíso para los más desamparados, seguían con fervor apasionado la  nueva fe, mientras, que también comenzaba a despertar simpatías dentro de la aristocracia romana y las clases medias. Para entonces, como no podía a ser de otro modo, ya se había desarrollado dentro de ésta una sólida estructura interna; una notable organización jerárquica de doctores revestidos de autoridad y, como no también  habían comenzado a darse las primeras discrepancias movidas por distintos puntos de vista, que comenzaban a ser lo suficientemente importantes, como para amenazar la cohesión del conjunto y, poner en peligro a la propia iglesia.

        De entre la divergencia de opiniones surgidas en cuanto al modo de entender la nueva fe, el cristianismo vería surgir su primera crisis, aparecida de la mano de algunos grupos, motivados por una actitud existencial característica de un tipo especial de religiosidad “el gnosticismo”, cuya raíz primordial tendríamos que buscar  escarbando en diferentes épocas, entre  antiguas religiones pasadas como la egipcia, que todo sea dicho, todavía se resistía a desaparecer. Pero, el tema a tratar no es la gnosis general –a la cual se le atribuye el fundamento, fuente  de toda religión- sino, el de la Gnosis cristiana: una rama esotérica que se dio dentro del seno del cristianismo primitivo, en la cual confluyeron elementos egipcios, judíos y helénicos y, a la que se atribuye un origen en el tiempo dentro de la misma perspectiva que a los propios padres de la iglesia, tales como Clemente de Alejandría u Orígenes (7). Recordemos los comentarios de Clemente de Alejandría acerca el verbo de acuerdo a especulaciones paganas sobre el Logos y después de él, Orígenes, profundizando en la noción neoplatónica y cristiana del Ser. 

¿A dónde quiero ir a parar? Es muy sencillo. Precisamente, a esa Gnosis cristiana, se le sitúa en un principio dentro del pensamiento neoplatónico. De este modo, las tendencias que se habían manifestado en la filosofía griega y alejandrina, elementos pitagóricos aristotélicos y estoicos se funden con el platonismo en una vasta síntesis que debería influir en el pensamiento cristiano. A partir de ese momento, la iglesia, para garantizar su propia unidad y defenderse de ataques polémicos, comienza a poner en claro sus propias idas y supuestos teóricos, creando, un fuerte sistema doctrinal que intenta representar aquello que buscaba la filosofía griega y que no había hallado o bien lo había hecho de manera imperfecta. Dentro de este periodo de interpretación encontramos a los padres apologetas, quienes combatirán la Gnosis y la patrística.

         Desarrollar y profundizar en esta interesante faceta hoy extinta del cristianismo llamada Gnosticismo, seguro, sería un tema apasionante y entretenido, sin embargo, entiendo que bastante se ha escrito y escribirá en el futuro sobre el asunto para que yo, lego en la materia, pretenda explicar a nadie aquello que en su momento hizo temblar los cimientos de la iglesia; más, es de la propia iglesia de la que quiero hablar pues, si de algo sirvió el terremoto teológico surgido de Gnosticismo, no fue para otra cosa que blindar aún más la fe, que hasta entonces todavía se veía vulnerable a ataques internos y externos, llevando con ello a la elaboración de una teología mucho más ortodoxa y una doctrina todavía más rigurosa que, a partir de ese momento se opondrá a cualquier toma de posición diferente a la estricta, siendo tomada  como herética cualquier otra disertación. Ello, desembocaría finalmente en  la creación de un canon "estricto" es decir, una lista de libros autorizados por la iglesia, entre la multitud de escritos que entonces circulaban, llegando a un acuerdo los padres de la iglesia en torno a la mayor parte del nuevo testamento: evangelios  así como las epístolas. Esta actitud con el tiempo se volvió más intransigente y prohibitiva por parte de los representantes de la iglesia, que se apoyaba en la noción de los textos canónicos o inspirados que con el tiempo adquirieron el rango de escrituras sagradas. Así, apologistas y padres de la iglesia crearan un muro de filosofía llamada escolástica que dará sentido a las escrituras, entre quienes destacará San Agustín: Conocedor de las influencias Gnósticas y esotéricas que conforman el núcleo cristiano primitivo y tradicional, legitima de este modo tan particular la religión que defendía diciendo: “si los filósofos han emitido por casualidad verdades útiles para nuestra fe, no solo hay que tener esas verdades, sino que debemos arrancárselas a esos ilegítimos detentores para usarlas nosotros”. Afirmando que “aquello que llamamos cristianismo ya existía, y entre los antiguos nunca dejo de existir desde los orígenes de la raza humana”. Un juicio extraordinario, ¿no creen?. 


© Copyright 2009 – 2020 Jorge Maqueda Merchán - All Rights Reserved
Licencia de Creative Commons

No hay comentarios:

Publicar un comentario