A veces, quienes se sienten inferiores intentan dañar a los más hábiles humillándolos y acosando.
Estamos
en una sociedad muy competitiva en la que cada vez se exige más a cada persona.
Tanto en lo laboral como en otros aspectos vitales, se nos pide excelencia,
originalidad, creatividad, eficiencia y elevada proactividad. Sin embargo por
otro lado se ejerce una tremenda presión hacia la uniformidad, resultando a menudo despreciado el que sobresale en
algún talento o habilidad.
El denominado síndrome de Procusto hace
referencia a la tendencia que poseen algunas personas, empresas o incluso
sociedades a rechazar a aquellos con características diferentes a las propias por miedo a ser superados o cuestionados por ellos.
Se tiende a intentar mantener una uniformidad constante en la que las
divergencias son mal vistas y/o castigadas.
De este modo se establecen actitudes de discriminación e incluso
cierto nivel de acoso hacia la persona que sobresale y que
se considera puede amenazar la propia posición o estima. Se ignoran o
tergiversan sus ideas, se critican los intentos de proactividad y creatividad.
Si la relación con dicha persona no puede evitarse se pretende que la persona
se mantenga de unos límites que no excedan las posibilidades de la persona que
las rechaza, presionando de manera que se obtenga una cierto homogeneidad en
las capacidades manifestadas conductualmente.
A menudo el contacto entre ambos
sujetos pretende ser correcto y no manifestarse aparentemente ningún tipo de
conflicto de manera directa, si bien las relaciones
tienden a deteriorarse con el tiempo.
Normalmente se da hacia personas que
pueden estar por encima, pero en ocasiones también se rechaza a personas que se
considera tienen menores capacidades que las propias (en esta caso se les
pretende modificar de cara a que se adapten a la visión del mundo de la persona
con este síndrome).
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¿Qué tipo de personas lo manifiestan?
Por lo general, el síndrome de
Procusto se da en personas con
un elevado nivel de frustración y poca sensación de control,
teniendo una autoestima baja o lábil. En ocasiones han sufrido vejaciones y
diferentes eventos estresantes y traumáticos que han provocado que duden de su
propia capacidad, con lo que personas que se perciben como superiores o con
posibilidades a serlo les son aversivas.
También puede ocurrir
el caso contrario, una persona con una autoestima exagerada hasta
límites casi narcisistas que vea que otros destacan y son más tenidos en cuenta
que ellos mismos.
Quien ejerce esta actitud puede
llevarla a cabo tanto de manera consciente como inconsciente. Mientras que los
primeros tratarían directamente de producir un perjuicio a la persona
sobresaliente al verse amenazados, los segundos tenderan a pensar que su punto
de vista es el correcto y que son los demás quienes deben adaptarse a ella.
Origen del nombre: el mito griego de Procusto
De cara a comprender con mayor
facilidad este síndrome, puede ser de utilidad conocer la procedencia de su
denominación, muy vinculada a las características del síndrome en cuestión.
Dicho origen lo encontramos en el mito griego de Procusto.
Procusto, también conocido como Damastes, es según la mitología griega uno de
los hijos del dios Poseidón. Este ser acogía en su hogar a los viajeros y les
dispensaba una gran hospitalidad, con un trato amable y dispuesto,
proponiéndoles pasar la noche en su morada.
Sin embargo, al dormirse los invitados,
Procusto los amordazaba y comprobaba si su tamaño difería con el de la cama de
hierro en la que les acostaba. En el caso de que la persona en cuestión sobrepasaba
el tamaño de la cama, Procusto pasaba a cortar los elementos que sobresalieran
de ella. Si por el contrario era más baja y no la ocupaba por entero, le rompía
los huesos con un mazo con el fin de estirarlo. En resumen, hacía que sus
visitantes se ajustaran siempre a las medidas de su lecho.
Esto llegaría a su fin con la llegada de Teseo, quien le propondría contemplar si el
propio Procusto cumplía con las medidas de su cama y, tras observar que era de
mayor tamaño procedería a aplicarle el mismo castigo que el que Procusto
proporcionaba a sus invitados, cortándole la cabeza y matándolo. Este mito refleja la presión a la uniformidad que es característica del
síndrome con su mismo nombre, así como la actitud inicialmente afectuosa y
acogedora que muchas personas que manifiestan este este síndrome imprimen a su
interacción, sin que aparentemente exista ningún tipo de malestar o conflicto.
Ámbitos en los que se observa
El síndrome de Procusto puede
observarse en prácticamente cualquier entorno, y puede tener graves efectos
tanto en la persona que podría sobresalir. Algunos de los ámbitos en los que
resulta visible este síndrome son los siguientes.
Ámbito académico
En el ámbito académico quien sobresale es muchas veces mal considerado,
tanto por algunos de sus compañeros como incluso a veces por los propios
docentes. De hecho, incluso en la infancia muchos superdotados se esfuerzan por
obtener calificaciones dentro de la media (estamos hablando de los casos en que
esto se hacen conscientemente por esta razón y no por considerar el aprendizaje
poco estimulante), especialmente en el caso de las niñas debido a cuestiones
relativas a estereotipos de género.
En algunas ocasiones se ha visto el
síndrome de Procusto en casos en los que diferentes alumnos y profesionales han
criticado y humillado públicamente a otros, debido a que
han podido sentirse inferiores en capacidades o ver
peligrar su prestigio si el otro sobresale. Esto puede ocurrir incluso en la
relación profesor-alumno cuando el primero tiene una baja autoestima.
Se provoca un ambiente que puede llegar
a generar acoso y limitación de las capacidades, no pudiendo alcanzar el sujeto
atacado su máximo potencial y produciendo un perjuicio tanto a la formación que
se está ejerciendo como al sujeto atacado por la persona que manifiesta
síndrome de Procusto, el cual puede verse influido tanto a corto como a largo
plazo.
Ámbito laboral
Se trata del sector en el que el
síndrome de Procusto puede resultar más evidente, especialmente en el sector
empresarial, al existir una
gran competitividad en el mercado y ser posible que otras
personas más preparadas o con mejores capacidades resulten más aptas al propio
puesto.
En este ámbito se va a intentar que la
persona que sobresale no lo haga, minusvalorando
sus aportaciones o incluso apropiándose de ellas, estableciendo
un excesivo nivel de control sobre el sujeto en cuestión y algunos casos se
extienden rumores respecto a su persona o su trabaja con el fin de
desacreditarla. En algunos casos en los que la persona que se siente amenazada
tiene poder para ello, puede llegar a no contratar o promover a las personas
más eficientes sino a otras más dominables y que pueden suponer una menor
amenaza.
Para la empresa en cuestión el síndrome
de Procusto supone un perjuicio evidente, al no permitir la potenciación de las
capacidades y de los recursos de la empresa y suponer una dificultad añadida a
la hora de expandirse y gozar de éxito. Se dificulta
el trabajo en equipo y se crea un clima de tensión
claramente perjudicial para la salud tanto de los sujetos implicados como de la
institución a la que representan.
Ámbito personal
El síndrome de Procusto no solo se
circunscribe a lo profesional o académico, sino que también puede extenderse a
lo personal. En estos casos familia,
amigos o parejas van a ser criticados constantemente y los
fracasos o malestar que pueda sentir la persona vista como amenaza (en este
caso hacia la autoestima al considerar que puede ser mejor que el propio
individuo) van a producir cierto nivel de alegría y satisfacción (si bien en
ocasiones puede verse empañada por la culpabilidad cuando se hace de forma
inconsciente).
Puede haber tendencia a evitar a
personas que se consideran superiores en algunas características. Por ejemplo,
a las personas con síndrome de Procusto evitarán
posibles parejas más atractivas o inteligentes que ellas. Si no
se trata de una persona allegada, se tenderá a aislarla, abandonarla o
disminuir su autoestima de cara a que sus aptitudes también se vean reducidas.
En este caso, tanto la persona con
síndrome de Procusto como la víctima se verán afectadas, causando una relación
tóxica si es que esta llega a producirse y generando sufrimiento a ambas
partes.
(fuente: Psicologia y Mente)Oscar Castillero Mimenza
Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica.