De la apariencia― Creo conveniente hacer una aclaración sobre la apariencia, antes de seguir para mejor entendimiento de estos (los textos. No sé, si también de la apariencia: eso espero). Por tanto, no diré aquí lo que la apariencia es, pues la apariencia es, en tanto a quien por su mente y para él, o para aquellos sea y se muestre de una cosa u otra. Mejor diré, que no sé qué es exactamente la apariencia, pero sí explicaré que es la apariencia como yo la entiendo dada a estos textos que escribo e ideas expresadas en ellos y así mejor entenderlos, en tanto a qué quiero decir, cuando utilizo el término apariencia o en apariencia.
Existe una tradición filosófica que se remonta incluso a antes de Platón, y que reflexiona sobre una cuestión “concreta”, llevando de cabeza a la filosofía desde sus inicios: las apariencias, considerando estas (lo que vemos o percibimos ante nuestros sentidos) de una menor entidad frente a la realidad existente... mostrándose, luego y con el tiempo, este, como el primer gran problema que la filosofía se plantea, siendo aspecto relevante en los filósofos primeros, dados a la búsqueda de un sustrato inmutable (de esa misma apariencia 7 lo que-es esencia) capaz de explicar la realidad: siempre cambiante y efímera, frente a la auténtica realidad que habrá de ser, únicamente accesible a nuestra inteligencia (al pensar).
Hoy por apariencia entendemos se trata de realidades veladas a nuestros sentidos (átomos y moléculas por ejemplo) y comprensibles solo a la razón: a nuestra inteligencia, por medio de (números, sintagmas, etc.) que son los que nos proporcionan, una explicación a las apariencias o imágenes a la conciencia que percibimos como reflejo de la luz 8instantes recogidos en la mente) que son de un contexto y horizonte común a otras personas. Esta capacidad explicativa da luego mayor relevancia a la realidad, frente a las "simples apariencias" temporales y cambiantes de aquellas formas y realidades. La Apariencia, por lo tanto, se considera clásicamente un conocimiento incompleto y superficial de algo cambiante, cuando no obnubilado (igualmente debido a la limitada de percepción de los sentidos primarios: vista oído, olfato, gusto y tacto) ―en contraposición a la realidad en sí misma, o conocimiento verdadero y profundo: o esencia de las cosas (en realidad), y solo accesible al sentido de la razón (que entiende de dos o mas maneras distintas la misma cosa). Así, el término apariencia alude inevitablemente a aquello que (no tanto oculta del todo) sino que más bien oculta en sí, o tras de sí, a los sentidos primarios: la esencia (naturaleza verdadera) de la cosa (su ser o forma / que trasciende todas las formas observables de esta) el ser es siempre mas que todas sus formas (entendidas) . En otras palabras, la apariencia es, lo que se muestra, manifiesta, evidencia a los sentidos, nuestros sentidos primarios de una cosa, pero no la naturaleza última real y verdadera (en tanto única forma) de las cosas (su ser), la cual está no oculta si no velada tras las apariencias que es o son dadas a los sentidos (en el tiempo) sr y tiempo tiene sentido aquí cuando al ser se observa (moviéndonos) de sus instantes observando aquello que muestra igualmente aparente de la forma a lo largo del tiempo (en sus instantes) proyectándose de la luz a nuestros sentidos.. Unos sentidos, que no nos fueron otorgados, o evolucionaron, para comprender esencia alguna de las cosas, sino para distinguir lo útil de lo inútil, lo peligroso de lo que no lo era, lo comestible de lo que no se podía comer, y primariamente (en tanto a importancia) a discernir, entre lo que ayudaba a sobrevivir, de lo que nos podía quitar la vida. / de ahí que pocos se paren a ver la evolución desde que florece una roza hasta que se marchita ( si no es relevante para él)
Y es por aquellos mismos sentidos limitados todavía a su primera y primaria utilidad, pero hoy sumados a la razón, que nos adentramos (o intentamos adentrarnos) en las cosas, en su naturaleza, pretendiendo de ellas / su esencia→ sin observarlas en evolución de todas sus forma aparentes; sin que debamos dar por hecho y cierto que (la reflexión solo y por sí misma) en torno a lo conocido: la apariencia, y dada por las cosas a nosotros a nuestros sentidos ―ya desde el primer momento y a través de de lo proyectado: "su apariencia" en sí, de estas cosas― nos lleve a su realidad (o esencia) misma, de aquel ser que la proyecta (por la luz, o esta reflejada) como colores i realidad de este, e igualmente tampoco como esencia misma de aquel ser (o ser primero que la emite: la luz) frente a la realidad de lo proyectado: la apariencia, ésta en sí y por sí es "cosa / de muchas cositas" y por lo tanto alguna cosa “es”, igualmente real pero aparte: es otra cosa lo proyectado en colores a la conciencia i del medio / en otro medio como el aire ( de los que no somos conscientes al evaluar la forma de la cosa / reflejada de otra cosa : la luz / sobre otra cosa: el aire/ por tanto de La apariencia ( en la propia conciencia) del sentido de la vista es luz, luz (que es algo); luz emitida por un cuerpo en algún lugar (el sol) y luego reflejada por otro cuerpo/cosa/ente (en un medio que es el aire→ agua H2o entre otras cosas. Así, cuando miramos y vemos un cuerpo (cosa/ente) en la tierra―no emisor de luz/radiación― no vemos ese cuerpo, sino la luz que éste refleja dada a nuestros sentidos: otra cosa (que no es la cosa en si) por tanto es aquello que vemos reflejo i luz, pero que no forma parte (del ser que lo proyecta o refleja): pero que sí, se ve alterada por él (por la cosa que lo refleja) pero no, no es él, no es la cosa que lo refleja... pero es del mismo modo, que tampoco es esa luz que percibimos como apariencia o reflejo, aquello que en primera instancia la emitió: una estrella por ejemplo (el sol). De lo que se desprende (y así lo entiendo), que tanto la luz de aquella cosa que la emite ―la estrella― luz que se nos mostrará como apariencia de algo a nuestros sentidos, como aquello que luego refleje la luz (un árbol, por ejemplo) y que se nos mostrará igualmente como apariencia de algo (árbol), aunque nos de información de ambos: de la cosa que lo emite, o bien, que refleja, no es (esa apariencia) ninguna de las dos: ni la cosa que lo emite, ni la cosa que lo refleja (cuestión de conciencia pues); y más profundamente esto lo entendemos cuando hablamos del fotón, que tampoco es (ese fotón) el electrón que lo emite, sino un (producto: proyectado) una emanación por radiación, a partir de ese electrón que reacciona dando como resultado y subproducto de una reacción: un fotón que luego alcanzamos a ver/percibir ( del acto de observaren conciencia aquello que lo refleja / entendiendo igual que el no es de aquello reflejado / pero la mente lo interpreta) luego nunca veremos el electrón/emisor que quedó en su sitio, y solo percibiremos el fotón (que es otra cosa distinta del electrón e información que la mente interpreta de los puntos donde la luz va siendo reflejo de los cuerpo (trayéndonos a la conciencia la información de estos): la luz, una luz (como un espíritu que nos trae la nueva: información) y que nos llegará después de ser emanada por aquel electrón viajando hasta llegar a nosotros e impactando a la vista y nuestros sentidos (como apariencia de algo antes donde incide ( i de la mente en conciencia) información de algo que interpreta de la luz). A decir, sobre la luz esta es i no es material: el fotón no tiene masa y tampoco posee carga eléctrica, y no se desintegra espontáneamente en el vacío (es el vacío lleno de luz) que no-es de una forma a los sentidos / pero reconoce la conciencia (luego conciencia es). El fotón /la luz no aparece al vacío de una forma / luego parece no-ser no tener ser sino impacta sobre (él) entiéndase alguna superficie o conciencia; y sin embargo ( a uno: al mirar al espacio entre las estrellas en la noche es (él) consciente i en conciencia de algo-ahí que no son solo las estrellas) sino del espacio que no vemos entre estas.
Antes: una superficie parecería no tener vida o existencia, si esta no refleja la luz (el fotón): allá donde hay luz hay algo, información de algo que nos llega a través de la luz, de ese algo que lo refleja o emite pero hoy las microondas que no vemos hablan a la conciencia que observa (pero entiendo igual) lo que no vemos su presencia (de la idea de otros entendemos de una forma las microondas) / pero de movernos nosotros a ellas de un nombre las entendemos nosotros lo mismo no de la misma manera: pero igualmente información (luz a la conciencia que la reconoce) moviéndose de otro al sentido de uno despertando una forma parecida al tacto, solo sentimos la fuerza (que nos da la información de un limite de algo) e impide que se pueda entremezclar todo / manteniendo un orden aparente en las formas de la materia.
Después de Parménides, la apariencia (o el problema de la apariencia) ha remitido siempre al problema de la realidad, tanto que las relaciones entre ambas (apariencia y realidad) se resumen básicamente en dos propuestas: de un lado, están para los que la apariencia oculta la verdadera realidad; y de otro, aquellos para los que la apariencia es la realidad misma y manifestación de esta y, por tanto: la realidad misma; si bien, encuentro interesante, en el sentido de lo anterior (de las propuestas) las palabras de Husserl, cuando refiere los fenómenos y la apariencia, presentándonos tres casos distinguibles y singulares siendo, el primero: donde la apariencia podría manifestar la verdad del objeto (y los fenomenólogos están de acuerdo, erróneamente, a mi entender); el segundo: donde la apariencia podría ocultar la verdad del objeto (no el objeto); y por último y doy mayor razón, tal y como yo lo entiendo en estos textos, el tercero: donde la apariencia se muestra, como un indicador del camino que se debe seguir para llegar al objeto, lo que me lleva de nuevo a la segunda, donde la apariencia podría ocultar la verdad (el ser) del objeto (pero no el objeto) y así: la apariencia revela un objeto (existente), pero no el ser (o esencia) del objeto, y de aquí podamos entender, de alguna manera la razón para los fenomenólogos, en tanto que: la apariencia es la verdad del objeto, si bien y a este respecto, del párrafo anterior se adivina mi posición. En Kant, la apariencia está en completa contraposición de la “cosa en sí” si bien él no ve en ella engaños o ilusiones. Y por último, hay un escrito, no muy conocido, libro redactado por Mariano Ibérico, allá a mediados del siglo pasado, titulado La Aparición; ensayos sobre el ser y el aparecer, donde se menciona, que el ser es en sí, no obstante aparece a una consciencia, y ésta lo “refleja” en tanto que apariencia, haciendo de esta forma una síntesis del ser y la apariencia. De donde se puede profundizar en ello, obteniendo algunas ideas al respecto: como que la apariencia es "ser", pero no es "el ser" mismo la apariencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario