Lo que la nada no es― [«Preciso es, pues, ahora / que conozcas todas las cosas: / de la verdad tan bellamente circular, la inconmovible entraña / tanto como opiniones de mortales / en quien fe verdadera no descansa» (Parménides – P. de la Naturaleza)] “El origen o etiología de la idea del no-ser —equivalente a la de la nada— guarda en la metafísica aristotélica una importancia fundamental, porque es uno de los dos ejes centrales del primer principio de nuestro pensamiento, el de contradicción, sin el que nos están vedados todos los demás, aunque sean superiores. En efecto, en la expresión más sucinta de este principio (“no es posible afirmar y negar simultáneamente”) se encuentra ya larvada no solamente la idea del ser que sustenta la afirmación, sino la idea del no-ser o de la Lada que sustentaría —y esta es la cuestión— la negación subsiguiente, ya que no podría ser simultánea” (Carlos llano Cifuentes: Sobre la etiología de la Nada).
Del texto superior queda explícito el principio de no contradicción: “Nada puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido” por tanto (Ser/la Nada o La Nada-es) son construcciones semánticas que, ni en el texto, ni fuera del texto tienen sentido alguno, pues afirman y niegan, o niegan y afirman al mismo tiempo, quedando implícita su contradicción. Sin embargo, observamos como las personas buscan la Nada, por lo que ‘es’, y se preguntan o quieren saber ¿Qué es la nada?, o [¿Qué pasa con la nada?-(Heidegger)] precipitándose: buscando entonces aquello, repito, que la Nada ‘es’, o de algún modo haciéndola luego, por medio de constructos ‘ser’( lo que implica luego a otro siendo de él). Pero hay un problema primero y universal: la nada “no-es” lo que es de otra manera→ el ser (ausente de aquella otra manera) ni puede ser ( la nada) en ausencia de lo que-es luego→ el espacio vacío de la forma anterior /o de otra forma que no vemos o entendemos el espacio que es (como nos queda), y esta es una de las razones, si no la razón primera y última por la que el estudio de la idea de la Nada se hace impracticable, y más aún por la forma de acceso (al conocimiento) hacia lo que no-es. “Esto que llamamos la Nada, referido a la Nada total y absoluta no solo no existe, sino que tampoco la podemos imaginar, o entender; es más no la deberíamos ni poder nombrar —innombrable, en tanto es un nombre que refiere aquello inexistente, siendo en sí mismo nombre una contradicción al negar todo simultáneamente”—pues no sabemos de lo que hablamos, al no estar ‘aquello’ en el nivel existencial concreto, ni en el abstracto o cognitivo” de alguna manera / de un nombre que quizá sirve para entender de lo que no debemos hablar; y es por ello que entendemos del nombre lo que no describimos, precisamente. Luego algunos nos dicen: “se trata de la idea de la ausencia de algo que es: el ser; pero, incluso las ideas ―en este caso negativas― no se pueden abordar, pensándolas de modo directo: como lo que son. No debe olvidarse que toda negación viene expresada antes sobre una afirmación que es su causa, pues la afirmación ‘siempre’ es anterior a la negación: las ideas negativas tienen, por lo tanto, su contenido (o principio) en las positivas [el ser ‘primero’ y en total ausencia absoluta (en ningún lugar) del ser: Nada→ pero nada nada ahí del ser (aquello que del ser y nombre lo que entendemos debería ser-ahí de una forma] pero y ni mucho menos una Nada absoluta ahí ( ¿me entienden?).
Pero de algún modo me encuentro (antes de yo- ser moviéndome / luego siendo de lo mismo) que hemos dado nombre ‘propio’ y de manera general a ‘la Nada’ para referirnos a la ausencia del (él) ‘ser’ (o de uno ser ausente) de lo que no-es i es todavía del pensamiento (una idea ausente de la forma) vacío de la conciencia de (él en tanto él no- es de alguna cosa /( moviéndose en conciencia en del medio común de su idea o pensamiento de aquello) lo que propia el no-ser→ él (al no estar presente-ahí del medio común observando de ese medio aquello que se antoja de otra manera)... problema que originariamente surge en el lenguaje y la forma que entendemos el verbo (es) ( los verbos son hacer moverse de una cosa o un nombre ( pedro modela piedras) pedro se mueve a modelar qué... piedras / no hay metafísica en el verbo (hay metafísica cuando no-es uno (él) antes i del acto de un verbo moviéndose (a modelar) de otro nombre i de una cosa concreta→ piedras. y lo mismo poca o nada de metafísica hay en no comprender que cuando nada es→ nada de algún cosa y en este caso de un nombre (ser) que no es pero es de otra manera lo mismo de otro nombre (dios) que no-es (para cualquiera que lo busca de cualquier manera y de cualquier nombre y creer por alguna razón, que la nada se ha dado antes del ser, siendo luego esta misma la explicación del origen de la idea de la Nada, cuando entendemos la necesidad de encontrar un origen al ser”. Un ‘ser’ , sin embargo, y que como vemos ya tiene y, por tanto, nos referimos a él con su propio nombre ser (la forma ausente y por tanto que no deberíamos conocer), y, sin embargo refiriéndonos a su ausencia de este, como ser-ausente, o ausencia- del ser y afirmando, en su ausencia del ser ( no lo que puede ser de otra manera / sino → la Nada (es decir: algo que es nada, a la vez y en el mismo sentido; pues al querer decir nada: que no hay nada de una forma que reconocemos nombramos algo lo desconocido (que-es al nómbralo, pero no el ser, sino la Nada) cuando lo cierto es, que en ausencia de algo, de cualquier cosa, o el ser en este caso: lo ausente no es nada tan solo por ser ausente, e igualmente, tampoco es nada por no estar presente-en apariencia, entiéndase: lo que podamos ver o percibir ( bien por que no lo conocemos en conciencia no lo hemos visto antes para reconocerlo O bien nuestros sentidos no lo captan).
Sin embargo, y repito, por alguna razón dimos y aceptamos ese nombre: la Nada, que refiere a la ausencia absoluta: o inexistencia absoluta del ser, y que ciertamente nos ayuda lingüísticamente a expresar lo que queremos decir, cuando hablamos de ‘ausencia absoluta de todo’ pero que debe entenderse siempre, como lo que quiere decir: ‘inexistencia, en ningún lugar, de todo ser’. Sin embargo, es precisamente el mismo nombre ‘la Nada’, dado con motivo de resolver un problema metafísico, lo que nos lleva a otro problema metafísico y a la confusión de la doxa, pues al tener implícito su nombre el principio de contradicción, inconscientemente caemos en sus redes y nosotros mismos contradecimos la razón y el sentido común al observar, como esa Nada que no es nada ni a nada refiere, solo pensarla nos lleva a algo… a pensar y pensar en ‘algo’ que es y tiene nombre, y por lo tanto la mente (cayendo en esos abismos de la razón) otorga valor epistémico, aún cuando ese algo habría de remitir, y vuelvo a repetir: a lo que no-es, no existe, ni puede existir, ni ha existido jamás (nada surge de la nada) o, dicho de otro modo, la Nada nos remite: a la ausencia total de todo y a lo no verdadero. Pero no queda ahí esta absurda situación, cuando bien entendida La Nada como lo inexistente, perplejos, observamos que solo mencionarla ―y como la flecha al blanco― la mente ya dirige hacia ella su atención: a pensar en esta y (lo peor) es, que de manera tan irracional como aquello mismo que buscamos, pretendemos luego revelarla como algo ‘distinto’ que ocupa el lugar del ser y por lo tanto: no es la misma cosa, no es el ser, pero, y, esto es lo más absurdo, luego si es la misma cosa, entiéndase: una cosa que cambia de Nada a ser y de ser a Nada. De modo, que “precisamente, lo que en primer lugar debería ser "el ser", se revela más tarde como un no-ser; el ser y el no-ser (no-ser en tanto a la Nada) siendo lo mismo para la δόξα’… “es por ello que Parménides llamará a los mortales, en cuanto están en la δόξα «bicéfalos»; para los que «el ser y el no ser parece la misma y (y a la vez) no la misma cosa, pues en tanto el hombre se ha amarrado al ámbito de lo reciente presente, es decir, cuando ha perdido de vista lo anteriormente presente, ya ha pasado a considerar exclusivamente lo ahora presente y (en presencia) como el ser y, por tanto, lo desaparecido o no presente sólo como un no-ser (considerando este no-ser/ no-estar presente-en apariencia: la nada). Con ello el ser y el no-ser (el no estar presente-en apariencia) que al principio deberían ser lo mismo, se revelan como distintos a la δόξα. [“En la concepción del ser de la δόξα se confunden, por tanto, el ser y el no ser de tal forma que no solamente se pasa del uno al otro, sino incluso de una identidad a una no-identidad y a su vez de su no-identidad a una identidad”― (Ingeborg Schussler)].
Pero algo no "es" "nada": solo por haber salido de la presencia de él (¿entienden esto?), lo que nos lleva a tener que re-pensar igualmente la forma de expresarnos, para poder entender… entendiendo: que ser y estar-presente él-ahí (observando que (no-es presente aquello digamos solo "en apariencia") es igualmente ser ( en apariencia) y no entendemos pues, la ausencia del ser, como no-ser cuando algo es ahí en apariencia ) tan solo por estar ausente de una forma que nosotros queremos ver / luego de otra manera ( en apariencia; no de la misma forma ) el ser es i es siempre, siempre i está (de él una conciencia para entenderlo, y esto incluso la ciencia, lo puede afirmar). Pero atendamos el término: ‘en apariencia’. Si llamamos al ser: en apariencia refiere, entendiendo ( de otra forma) que este sigue ahí, aunque no lo entendamos de esa otra manera y forma pues luego ¿En qué consiste entonces esta apariencia, o apariencia que me dicen que ofusca al ser?
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