10- HEIDEGGER: "Repensar la Nada" (desde la cercanía de la nada / o existencia sin sentido) / Jorge maqueda merchán / jordi maqueda (Aceuchal / 06207 (Badajoz - España)

 

REPENSAR LA NADA
Jorge maqueda merchán
jordi maqueda
Aceuchal / 06207 (Badajoz - España)

"Repensar la Nada"―Pensar sobre aquello que es puesto en cuestión requiere ser visto desde diferentes perspectivas, pero sobre todo requiere de volver a aprender en sentido general, volviendo al camino del pensar — del que nos hemos desviado— y que se retoma desde el "origen" mismo no tanto de la filosofía, sino del origen mismo del pensar, pensando la razón que nos lleva a la pregunta, sobre la que vamos a pensar. Si bien, para ello es preciso recuperar la pregunta original por lo más grave: quizá aquello que merece ser pensado primero, y… por qué merece ser pensado, descartando, cualquier tipo de curiosidad, que solo nos traerá una respuesta curiosa. Luego e inmediatamente entendiendo una razón, de fuerza y mayor, la necesidad.., Precisaremos de aquel mismo espíritu (siempre libre) que nos pone aquello frente a nosotros, y que este nos ponga en el camino singular: de aquello para nosotros, y que desde misma educación nos ha sido sustraído, por el camino: de algo para algo. «Aquellos a quienes les sea dado ver el pensar de Heidegger como posibilidad de un camino, este pensar puede impulsarlos a que emprendan ellos mismos el camino en el que desde siempre estaban emplazados, y a que lo tomen propiamente como camino» (Pöggeler, 1986: 3): buscar nuestro propio camino, sin alejarnos del pensar mismo.

Heidegger afirmó: «La piedra de toque más dura, pero también menos engañosa para probar el carácter genuino y el vigor de un filósofo está, en si él experimenta en el ser del ente, al punto y a fondo, la cercanía de la Nada. Aquel a quien esta experien­cia le esté vedada quedará definitivamente y sin esperanza fuera de la filosofía»— Heidegger. Pero no podemos citar a Heidegger, sin remontarnos, antes a Nietzsche, que había señalado algo parecido años antes: «Pensemos ahora esta idea en su forma más terrible: la existencia tal cual es sin sen­tido y sin finalidad, pero volviendo constantemente de una manera inevitable, sin desenlace en la nada: 'el eterno retorno' (a esta nada). Esta es la forma extrema del nihilismo: ¡la nada (el sin sentido) eterna!».

Lo cierto —y quiero hacer aquí un breve paréntesis—es que después de Friedrich Nietzsche ya nada fue igual en el pensamiento occidental. Su crítica radical de la filosofía anterior y lectura emblemática de la antigüedad griega; su idea del eterno retorno; la noción de voluntad de poder, como anhelo fundamental del ser y tantas otras de contenido moral, hacen de su obra una de las más influyentes del pensamiento universal. Y otro tanto podemos decir de Martin Heidegger con su particular visión filosófica: «Heidegger es algo grande y que puede meternos a todos en el bolso, lo creo también a causa de su libro. Antes no lo sabía, o es que veía solo los efectos, esto es, su gran influjo sobre la generación joven» [Edith Stein]. Stein ya lo ve como un pastor. Ambos centraron el debate filosófico del siglo XX, y podríamos decir que siguen haciéndolo en buena parte aún hoy, persiste ese gran influjo, al dirigir todavía la atención y en gran medida al problema de la Nada (mal entendida) en las nuevas generaciones. Pero del mismo modo que ellos en su tiempo, nosotros también hoy podemos reconocer, una sombra que nos acompaña dondequiera que nos desplazamos (la llamamos nada, pero es nuestra propia sombra) que proyectada en conjunto por la humanidad, es la sombra sobre esta. Quizá «El más inquietante de todos los huéspedes»: lo llamó Nietzsche, huésped al considerarla propia, en si (como todos tenemos la nuestra) inquietante, porque nos habla de nosotros, y de lo que de nosotros, no queremos oír ni saber. Así pues, y aquí tenemos un ejemplo: la experiencia de la Nada se encuentra, nos dicen los filósofos, en estos dos autores —Nietzsche y Heidegger— ligada a la experiencia, igualmente del nihilismo; y según ambos y de alguna forma, se encuentra también en nuestra cultura y en todos nosotros. (Bien afirmo) nos solo se encuentra, sino que nos están avisando que está en nosotros, en la sociedad, quienes, no solo no sostiene la imposibilidad del conocimiento, ni niegan la existencia y el valor de todas las cosas., sino que son los que más valor le dan a lo que más tiene: no la a  la vida, sino a la libertad en la vida. no al entender su muerte, sino al entender la vida, en libertad, no se someten… ni por trabajo o popularidad son lo que son y han sido siempre. No renegaran jamás de si.. .. y eso quizá no es toda la verdad ni todo el conocimiento, pero es el sufriente cocimiento, que precisa una persona para empezar a pesar, libremente, que incluso aquí la filosofía se equivoca. Quien está en el bucle (dando vueltas) no se reconoce, se reconoce solo desde fuera. Ningún sistema se observa a sí mismo, objetivamente, desde dentro.

Sin embargo, y ahora dejando por el momento de un lado el nihilismo en Heidegger (que lo rechazó, por cierto) y en Nietzsche, pero, observando las publicaciones: artículos, o libros de estos últimos años por académicos, profesores y estudiantes de filosofía, podemos afirmar —así lo afirmaba igualmente E. Trías, en unas palabras muy semejantes a las que pronunció Heidegger en su día —, que la filosofía, al menos en nuestros días, es en buena parte ese pensamiento de la Nada… [“o se atreve a avanzar alguna proposición relativa al inmenso descubrimiento parmenídeo de esa nada, o ‘aquel’ no accede a su pretensión de constituirse como pensador, y menos a un desarrollar una auténtica filosofía”.../... “Una filosofía prueba su temple, su valor, su poder en esta prueba a que le somete la necesidad de hacerse cargo de la nada” (E. Trías)].

Lo cierto es, que por mucho que el propio Parménides entendiese, e insistiese, en la cuestión de la Nada como aquel asunto que bajo ninguna circunstancia podía ser acogido por el pensamiento y el lenguaje (invitándonos a hacernos a un lado), esta no ha dejado antes, ni ahora indiferente a nadie que se aproxime o la tome a estudio, incluidos destacados pensadores, entendiéndose de ello, la Nada, como “lo que se debe considerar, de alguna forma, ya desde el comienzo del pensar” (Heidegger), no la nada absoluta: la sombra, que es nada y es, a la vez

Pero el hecho que tantas personas se precipitan hoy a escribir (de diversas formas o dar sentido) sobre el descubrimiento parmenídeo (1) —incluso, después que Parménides rematara finalmente el asunto, dando por cerrado y resuelto— nunca cambió, ni cambiará la realidad del hallazgo: la Nada no existe, no puede existir. Sin embargo, su descubrimiento (y, por tanto: tratamiento) aún, y siendo de aquello no existente, no ha sido cualquier cosa dada a los hombres; pues los agujeros negros del cosmos parecen miseria comparados con aquellos surgidos de la propia razón, donde más que lagunas oscuras y profundas, tienen la capacidad de atraer e instrumentalizar, destruyendo personas, además, de enfrentarnos a una inexistente Nada, tomándola en consideración. Luego, no es de extrañar, que las nuevas generaciones de estudiantes, licenciados y profesores de filosofía no dejen pasar la ocasión de darle una vuelta, volviendo al tema, pues parece, en palabras de E. Trías, que [“o se piensa la Nada, aunque sea para decretar su carácter de algo consustancialmente impensable, o no hay pensamiento alguno que valga la pena, ni por supuesto pensamiento filosófico”] recordándonos, de nuevo palabras de Heidegger. Pero… recordemos aquellas otras ya lejanas en el tiempo, en las que Parménides no en vano advertía: [“Pero (lo que) nada (es) no es (para ser). A estas cosas te ordeno poner atención, pues, de esta primera vía de investigación (te aparto). Y luego también de aquella por la cual los mortales que de nada saben, yerran, bicéfalos, porque la inhabilidad en sus pechos dirige su mente errante. Son arrastrados. Sordos, ciegos a la vez, estupefactos, una horda sin discernimiento. Que considera al ser y no ser lo mismo, y no lo mismo. La senda de ellos es revertiente, pues jamás se impondrá esto: que cosas que no son sean. Tú, empero, de esta vía de investigación aparta el pensamiento”. ― (Poema de la Naturaleza, Parménides). (1)

1- [Parménides debe su reputación como inventor de la lógica a un poema que escribió. Aquí ya hay algo extraño. No tenía ninguna necesidad de escribir poesía. En su lugar, bien podría haber optado por una árida prosa. Es cierto que durante mucho tiempo se lo ha despreciado por ser un mal poeta. Pero esta opinión se basa en el puro prejuicio. Se remonta a una vieja creencia, formulada por primera vez con cierta claridad por Aristóteles, según la cual la lógica y la poesía no tienen nada en común... y si a alguien comprometido a encontrar la verdad se le pasa por la cabeza convertirse en poeta, el resultado será un desastre. Pero el hecho es que el poema de Parménides no es ningún desastre. Unos pocos académicos contemporáneos han intentado acercarse a sus escritos con una mirada nueva y han comprendido que contienen algunos de los versos más hermosos y sutiles jamás escritos en cualquier lengua, incluida la griega. Es más, el desprecio que ha merecido Parménides como poeta se basa en el supuesto de que la mayor aspiración de la poesía es entretener. Sin embargo, el poema de Parménides servía a un propósito muy distinto, como veremos.]- Realidad / Peter Kingsley.

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