26 - DE HEIDEGGER: Lo que nos dicen y no nos dicen los textos—/ Jorge maqueda merchán / jordi maqueda

 

Lo que nos dicen y no nos dicen los textos—Los textos están ahí para ser preguntados, nos dice Emilio Lledó, pues el tiempo de la escritura solo se reanima y vive en el tiempo de cada intérprete, en la temporalidad viva de una existencia condicionada por la educación, por la biografía (la experiencia), y por la particular historia de cada uno (El silencio de la escritura, p. 31). Igualmente, hay que tener presente que en la interpretación hermenéutica un significado puede tener diversas formas de expresión, por eso “el arte de la hermenéutica no consiste en aferrarse a lo que alguien ha dicho, sino en captar aquello que en realidad ha querido decir (Gadamer, 1995: p. 62). Las interpretaciones ubican a los textos, los descifran, los descubren desde una tradición, un punto de vista, un tiempo y un espacio (Mèlich, 2008). De esta manera, cuando se recurre a la hermenéutica, las diferentes maneras de ver y de situarse en el mundo “se revelan fundamentalmente a través de la interacción entre sujetos y mediante el uso del lenguaje” (Mateos y Núñez, 2011: p. 115).

Si efectivamente, el contexto de la escritura es el lector, qué más podemos buscar en los textos de Heidegger, para nosotros, que no se haya dicho, y sobre todo abrevando de una fuente especialmente tan hostil. Quizá, no vemos ya en ellos, en esa hostilidad manifiesta: la angustia, aflicción y el olvido del origen de sus palabras, y en estas palabras los latidos concretos de aquel tiempo en que fueron engendradas... cuando no resulte incluso “el mismo escrito, ser la tierra con que los sepulta y causa misma del olvido” de aquello sepultado, que nos insta a que nosotros, no en el texto, sino por mostros debemos encontrar.

Ha habido todo tipo de interpretaciones a partir los escritos de Heidegger, de los que se advierte: algo de naufragio siempre al final y no por falta de una brújula, pues hay muchas y muy reputadas por las que guiarse, sino porque repetidamente se termina encallando en los acantilados de su lenguaje y pensamiento pues el diálogo entablado a través de sus textos, parece que solo pudiera darse dentro de aquellos márgenes (o marco dado) muy estricto y por tanto rompiendo siempre contra las rocas el lector que hace aguas al menor descuido. Tampoco pasa desapercibido que todos aquellos estudios que luego pretenden aclarar algo se encuentren dentro de una misma corriente o línea ya sobre-explorada además de explotada; y que pocos o ninguno lo han hecho centrados en una interpretación desde aquella perspectiva (directa) del “creyente” (y su revelación). Quiero decir, a partir del hombre, en este caso el mismo Heidegger, como primera persona del Dasein “ahí- en el mundo” que se distancia de su fe, por razón todavía no explicada (y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido - Rev. 2:2), Pero luego, aceptando la religión de los hombres que aspiraban a ser Dios, sostenida por todas aquellas ideologías, incluida la propia filosofía contemporánea y que creían, poder instaurar el paraíso en este mundo, cuando de cierto lo que se desató fue la locura y el infierno en Europa. Un Dasein, por tanto, que sufre perdiéndose cada día más en su búsqueda, pero que en este perderse y en secreto, no puede desprenderse del recuerdo de su primer amor (Rev. 2) ni siquiera cuando se adentra a las “oscuras” nubes de Nietzsche.     

Luego lo cierto es poco tomado en consideración: que hayamos a un joven Heidegger católico a principios de siglo que anhela encontrar a su dios / el de su padre, pero que no se dio a sí mismo suficiente tiempo ni, por tanto, (aparentemente) meditó suficientemente lo divino, ni la divinidad. Pues en septiembre de 1909 entra como novicio en la Compañía de Jesús (jesuitas) en Tisis, para discernir el llamado de su vocación, teniendo que abandonar más tarde en octubre por razones de salud. Pero que luego y con limitaciones económicas se presenta de nuevo (otra vez) candidato al seminario de Friburgo, donde entra durante el invierno de 1909. Pero que en 1911 al sufrir de nuevo problemas cardíacos (por lo visto había que correr maratones en el seminario para hacerse cura), esto plantea dudas a los responsables del seminario sobre sus capacidades para el sacerdocio (o bien: no se le quería allí), recapacitando entonces durante su convalecencia (en la que de seguro le asaltan muchas dudas), finalmente decidiendo durante aquel mismo verano renunciar, dándose cuenta, o quizá teniendo que aceptar, o mejor dicho: que renunciar a la teología y el sacerdocio (no sabemos si a la fuerza o lo medita) pero que era su verdadera y primera vocación (su primer amor, ese que no se olvida jamás), tomando otro camino (pero quizá no otra dirección), y que debido a las circunstancias prefiere, o se nos dice/o nos dicen que prefiere: y que será la Filosofía, en lugar de la Teología y el sacerdocio. «Quien conoce el Todo, si está privado (del conocimiento de) sí mismo (lit. “si necesita de sí mismo” o, dicho en otro modo, “si precisa conocerse”), está privado del Todo (lit. “necesita del lugar entero”, es decir “necesita todo”)».(Evangelio según Tomás / Biblioteca Copta de Nag Hammadi · NHC II, 2. (v. 2) Luego su formación, a partir de entonces, será neokantiana. En 1915 ingresará a la carrera docente, y su tesis de doctorado, precisamente tratará de Duns Scoto: teólogo, filósofo y sacerdote católico escocés perteneciente a la escolástica cuyo mayor logro fue hacer la defensa de la inmaculada concepción. (Los alemanes me entienden fácilmente cuando digo que la filosofía ha sido estropeada por la sangre de los teólogos.  — F Nietzsche: El anticristo).

En 1916 conoce a Husserl y se adhiere a la fenomenología. [Husserl (como se cita en Brennan, 1999), define la fenomenología como el "estudio de los fenómenos tal como los experimenta el individuo, con el acento en la manera exacta que un fenómeno se revela en sí a la persona que lo está experimentando, en toda su especificidad y concreción" (p. 295)]. Ya en 1917-19, a los 28 años, acontece su ruptura con el catolicismo y su aproximación, a un protestantismo siempre más presto, a través de la lectura propia y para sí de evangelio, a entablar un diálogo más directo con dios y sus pastores / el Pastor protestante es el abuelo de la filosofía alemana, el protestantismo es el pecado original de esta filosofía. Definición del protestantismo: la hemiplejía (parálisis) del cristianismo y de la razón... Basta pronunciar las palabras “seminario de Tubinga” para comprender lo que es en el fondo la filosofía alemana: una teología insidiosa - F Nietzsche: El anticristo). Durante esos casi nueve años de aproximación a la teología protestante posiblemente acentuaron su visión supra personal de Dios y: “Es perfectamente lógico concluir que Dios es una realidad supra personal”. (El camino del intelecto humano hacia Dios, —Juan José Garrido Zaragoza, Prof. Teología). Y es precisamente durante estos años, desde 1923, (y no parece casualidad) cuando comienza a escribir Ser y Tiempo, hasta que es publicado en 1927.

Su segundo giro data de 1928, a los 39 años, y orientado a Nietzsche, cuando aparece (y no debe ser casualidad tampoco) “Qué es metafísica” 1929, su escrito universal, sobre la Nada y donde inconscientemente explica aquello de lo que nos venía a hablar (metafísica) que no-es de la charla después de aquello mismo alguna cosa pero-es  / luego hablándonos de nada… Posteriormente de sus conferencias y proclamaciones políticas del filósofo más influyente e importante del siglo XX (Martin Heidegger) pronunciados entre los años 1933 y 1934, editadas por primera vez en alemán, Heidegger pasa de hablar de un Da-sein / un estar–ahípara nada (o solo para la muerte) pasando a exaltar la raza endurecida, enaltece la guerra (que es el sacrificio del hijo (o cordero) como única salvación posible, está convencido de la higiene racial del pueblo alemán a través de la eugenesia (mejoramiento de la raza), tomo 16, Band 16 Reden und andere Zeugnisse eines Lebensweges (1910-1976) de las obras completas, las Gesamtausgabe, llamadas «integrales». 

Y por último, el tercer movimiento pertenece a los años 1936-38, cuando se centra en el pensar y la evocación o memoria de (el ser), en el cual se nos dice, que su ontologismo ateo (que afirma la presencia de ideas innatas en la mente humana y la posibilidad del entendimiento humano) está ahora por encima cristianismo, aunque, no sabemos si completamente y también por encima de Dios padre que sostiene al Hijo. Pero que, ciertamente, nos lleva a pensar sobre la razón, de que Ser y Tiempo, entendido como aquí propongo, sea una aproximación propia a la verdad de uno mismo de Dios (luego: como revelación a si mismo el ser) sea esa obra luego inacabada: Ser y tiempo / de la imposibilidad para Heidegger ya de conocer o reconocer en el mundo y en sí mismo, aquellas sus primeras ideas (y aquel amor primero) que antes le empujaba, pues sin aquel amor y auxilio del espíritu no hay revelación del espíritu (es abandonado). (V114). Por tanto, no creo exagerar o ver algo donde no hay nada, si entiendo a un Heidegger que nos conduce al ser: una sombra lo mismo de dios (en secreto y sin saber o posiblemente ni siquiera reconocer él en muchos momentos aquello (del espíritu) que lo motiva y guía: de una semilla venida de antaño y que germina donde puede i-de lo que puede (se alimenta) hasta donde puede, en una tierra que comenzará con el tiempo a serle hostil. Un Dios al que ya no sabe o quizá no puede siquiera nombrar quedando en Ser (infinitivo cuando no atiende primero a su señor→ moviéndose después él de un nombre) y que cabe por nosotros entender u descubrirlo ahí: sepultado de las palabras i de sus actos, siguiendo las migas, que de manera silenciosa (y a veces posiblemente descuidada) se nos revelan como verdad, y que nos llegan bajo el ruido que levanta toda su filosofía. Pues aun cuando nos dice "siempre allí donde la teología emerge, Dios ha emprendido ya su partida"; en realidad, lo que Heidegger ambiciona es "salvaguardar la autenticidad de lo religioso: Dios" (E. Carrasco), pero a su manera: en su propio lenguaje —sin "esgrimir jamás la autoridad del pensamiento frente a la religión" — pero a la vez pretendiendo no el camino de la revelación o anunciación religiosa (de uno a otro aquello de lo que le viene a hablar lo mismo de un texto) sino el propio de revelación filosófica, un camino (otro camino) alternativo, pero que lleve igualmente a lo que no nos dice, pero nos quiere decir:

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